Capítulo 586
Era una noche especial, una noche de tradiciones y suspiros contenidos.
“¿De verdad piensas dejarme solo esta noche?” reclamó Rafael con un tono desagradable, apretando la mano de ella y dirigiéndose con paso decidido hacia la casa, “¡Entonces yo también dormiré aqui esta noche!”
“Pero eso no puede ser murmurd Violeta, mordiéndose el labio con preocupación.
“¿Y por qué no?” replicó Rafael, con el enojo encendiéndose en su voz.
Violeta lo observó con cuidado antes de explicar con cautela, “Mi abuelo y mi tia dijeron que en Costa de Rosa, la tradición dicta que el novio y la novia no pueden verse la noche antes de la boda.”
En muchos lugares se respetan costumbres especificas para los matrimonios: por ejemplo, es común que el novio tenga que ir a buscar a la novia a su casa el dia de la boda, y a veces ni siquiera pueden verse durante todo el día.
Al escuchar esto, Rafael soltó un gruñido frustrado y dijo, “Qué tonteria de costumbre!”
Él ya tenía todo planeado: pasaria la noche abrazado a su futura esposa, y al amanecer, tenía la intención de ayudarla a vestirse con su traje de novia. Luego, tomaria su mano para entrar a la iglesia y, frente a familiares, amigos y el sacerdote, pronunciarian sus votos de etema unión.
Violeta llena de vergüenza, guardó silencio sin atreverse a decir nada.
Rafael la miró con reproche durante un rato, y al ver que ella no cedia, su voz se tiñó de un tono más lastimoso, “¿De verdad me vas a dejar solo esta noche, mi amor?”
Ella asintió en silencio.
De repente, Se escucharon pasos detrás de ellos. Desde que Silvia regresó con Lucio desde Inglaterra, siempre llevaba una sonrisa en el rostro. Ahora, ella salió con Nono. Una de las manos de Silvia sostenia la de Nono, mientras que la otra sostenia un durazno que mordisqueaba con deleite.
Como si no notara a Rafael con el ceño fruncido, Silvia se acercó y dijo, “Violeta, tu abuelo te está esperando. Dice que la tradición es que no puedes ver a Rafael esta noche.”
“Ah, si, ya voy,” respondió Violeta, disimulando su incomodidad.
Echando un último vistazo al rostro cada vez más sombrio de Rafael, ella se acercó y le dio un rápido beso en la mejilla, susurrandole, “Cariño, me adelanto, pero mañana te esperaré.”
“¡Vamos!” Silvia no esperó más y tiró de Violeta hacia la casa.
Se alejaron rápidamente, desapareciendo bajo la luz de la luna, mientras Rafael apretaba los labios en una delgada linea de frustración.copy right hot novel pub