Capítulo ocho
Aún no puedo creer lo que vi.
O sea, no me sorprendería algo así de él debido a su bipolaridad, pero no conocía ese lado oscuro de su persona.
Mira que pegarle a un paparazzi.
Y yo pues... Yo quedé en medio del fotógrafo fragante y el millonario Ricky Ricón, el cual no sé ni como pude sacar de ahí entre tanta gente.
Realmente parecía guardaespaldas.
Tal vez cuando ya tenga setenta y deje de ser médica tome una decisión a ser guardaespaldas, porque se me da muy bien, aunque creo que tengo que practicar para que mi cliente no salga despilfarrado.
Aquí en el auto nuevamente estoy sin decir ni una sola palabra al igual que Don mastodonte que por cierto no le voy a volver a hablar más.
¡Estúpido!
Tirarme la culpa a mí de todo.
Yo no le pedí que me llevara a comer.
¡Estúpido!*
Creo que lo que llevas de tiempo en el auto no le has parado de decir estúpido en tu mente.-
Y no pararé. ¡Es Estúpido!*
¡Estúpido!-
Aunque me asombra que por primera o segunda vez mi mente está conmigo no puedo evitar escuchar el sonido del auto— Señor Wade, tiene una llamada entrante de Matías.
—Ábrela.
—Hey hermano ¿cómo estás? nuevamente molestando la televisora, en todos los programas sale que le rompiste la cara a un paparazzi y que estabas con la —no deja terminar la oración y corta la llamada.
—Desactivar bluetooth.
No lo juzgo, yo tampoco confío en él.
Su celular suena y el agarra la llamada.
Miro hacia el horizonte donde mi paisaje está lleno de edificios y prosigo a escuchar su tan animada conversación.
Suspira—Jamás lo vuelvas a decir así por así... No, pero sé que me costará... Tal vez... Bueno... Déjala, está en su derecho... Sabes cómo son... Sí, sí...—ríe y volteo a mirarlo.
Se ve más bonito cuando sonríe.
¿QUÉ HE PENSADO?
—Tranquilo ella está en su derecho... Okey, cuelga... Estoy manejando... —coloca el celular en el mostrador y se instala un enorme silencio—¿Aún tienes hambre?
Pues claro que tengo hambre, aparte de que ando toda mugrosa. Niego internamente y me debato en contestarle con la verdad o no.
—...—es un esfuerzo quedarme callada cuando mi estómago ruge y araña por ser alimentado.
Ni que fuera gato.
—Vamos, no estés enojada—junto mis cejas—¡Oh! tienes pena porque no te compraste nada para cambiar tu ropa— ruedo mis ojos.
Todavía recuerdo lo loco que fue lo que paso después de los flashes.
Flashback
Quito mi vista de su cuello marcado por una puta seguramente, porque él no hubiese hecho lo que hizo el primer día si tuviera novia, es lo más lógico, entonces deduzco que es de una maldita zorra pastosa con cara de víbora y cuerpo de mona.
Jum. Serán o no serán.-
¿Qué cosa?*
¡Nada!-
Me alejo de él rápidamente y tapó mi cara con las manos por la cantidad de luces que impactan mi rostro una y otra vez, mientras que él se queda ahí parado posando con su ceño fruncido, miro hacia atrás y veo a doña Marta caerse por toda la iluminación, me volteo y ayudo a su esposo a sentarla.
Mi cara lo debe decir todo.
Estoy enojada.
Agarro a Wade y lo meto dentro del vestidor —Quítate eso y te quedas ahí.
—Ni que me fuera a ir para otro lado semidesnudo.
Ruedo los ojos—No estoy de bromas, dame dinero para pagar de una buena vez—me pasa la ropa por arriba de la puerta del vestidor.
—Adentro del pantalón esta la cartera, saca lo que necesites—empiezo a caminar en dirección a ellos aún tomando fotos y abren paso haciendo un camino lleno de puros flashes.
¿Cómo soportarán las estrellas esto?
Paso por ellos y algunos me siguen mientras que otros se quedan en el vestidor tratando de fotografiar al gran empresario. A lo lejos veo a unos reporteros corriendo hacia mí junto con sus camarógrafos y puedo deducir que son programas de chismes.
¿Dónde están los de seguridad del almacén cuando se necesitan?
Volteo a mirar mi destino a pocos pasos y me apuro, llego, paso a la fila más vacía y es muy tarde.
—Señorita, ¿cómo se siente al tener al soltero más codiciado de California con usted? —ignoro al comentario y la reportera sigue—al parecer no le gusta la televisión. Señoras que están en casa, ¿cuánto le dan del uno al diez? —ignoro su comentario y tan pronto como eso la fila de dos personas desaparece y es mi turno.
—Buenas tardes. ¿Cómo está? ¿afiliada? —la cajera con una amplia sonrisa me recibe y voy pasando las cosas, claro, no sin antes sacar la cartera de Wade, él me mataría si la pierdo.copy right hot novel pub