Después de una larga mañana recibiendo clases, la hora del almuerzo había llegado. Salimos Clarie y yo hacia la cafetería. Luego de que la profesora dijera que iríamos a Jhonson no me he podido concentrar bien, y lo peor es que irá Caleb. No sé como reaccionaré al volver a ver a Mill; fuimos novios dos años y lo llegué a querer. Pero es tan extraño que nunca había sentido ese algo tan especial que siento cuando beso a Caleb, en cambio cuando besaba a Mill era otra cosa.
Fuimos por nuestro almuerzo y nos sentamos en una mesa del fondo. Le conté a Clarie lo que pasó anoche con Caleb y, sobre todo, que escuché un aullido. A cada rato miraba a la entrada de la cafetería con la esperanza de verlo llegar. No sé a dónde se habrán ido. Estos chicos sí que son extraños. El resto del día la pasé super aburrida, muy dentro de mí sabía que algo me faltaba. Hoy miraría en el lago a Caleb, no sé qué me irá a decir. ¿Me iré sola hoy? ¿cómo es que él me traería y me llevaría? Pff, solo habladas es.
Aunque debería de estar felíz por eso ¿no? Que no me llevará hoy. ¡Agh! Odio esta confusión. Salí del colegio no sin antes despedirme de Clarie. Me detuve frente a la carretera, quizá pueda encontrar un taxi o algo. Me urge un coche. Me imagino que soy la única de aquí que no tiene... Igual Clarie. Por lo menos ella tiene bici.
Suspiré profundo.
Saqué mi teléfono celular y revisé los mensajes. Tenía uno de Carla. Ah, hasta ahora se acordó de mí. Carla era una amiga de la preparatoria Jhonson.
De: Carla
Te extrañamos, amiga :(
Pues no pareciera, pensé. No le contesté. Una bocina me hizo sobresaltarme que casi suelto el teléfono. Miré al susodicho. Caleb estaba frente a mí en su auto, escondiendo una sonrisa.
—¡Me asustaste! —renegué.
—No te quejes y sube. —dijo.
Lo miré por unos segundos, mi voz interior me dice: admitelo, te mueres por subirte. La maldita voz tiene razón. Mordí mi labio inferior y subí.
—Me voy contigo solo porque no tengo en qué irme. —apunté.
Rió.
—Como digas.
Arrancó y emprendimos viaje hacia el bosque. El tenebroso bosque.
—Caleb, ayer escuché un aullido. —comenté sin querer. Cerré los ojos un momento y lo volví a ver.
Él me miró un segundo y frunció el ceño.
—Son solo lobos comunes y corrientes, no entiendo porqué le pones tanta importancia. —dice.
Rodé los ojos. Nunca lo voy a convencer de lo contrario.
—Y no son lobos comunes y corrientes como tú dices, Caleb, yo los vi.copy right hot novel pub