Su destino estaba escrito, ni hubo nada que pudiera hacer. Nadie iba a querer a una omega discapacitada como ella en el mundo de los alfas de alto rango.
Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas sin poder evitarlo. Había oído en los pasillos cuando se paraba en la puerta que Tommy siempre terminaba matando a las omegas que no lo satisfacía sexualmente o sino las mandaba hacia otros países para prostituirlas en los barrios bajos del mundo.
— No llores, Rachel — besó su mejilla, con cariño —. No pienses en eso, por favor. Verás que nadie te pondrá una mano encima. Quizás encontrarás a alguien que te quiera para toda la vida…
— No me pidas eso, no puedo creer en los príncipes azules de los cuentos que me dices todas las noches.
— Sino crees en los príncipes azules, entonces cree en los príncipes de negros — bromeó, para quitar la tensión que se había formado en el lugar.
— Eres buena en esto — escuchó pasos del otro lado de la puerta y en ese instante se dio cuenta de que ya era hora de que su destino estuviera escrito —. Creo que ya es hora, Val.
— Sí, ¿Estás lista? — se levantó de la cama, mirando la caja que había olvidado.
— Sí, no puedo detener el tiempo — también se levantó —, ¿Te dieron la ropa que usaremos esta noche?
— Aquí la tengo. Aunque, tengo que decirte que es muy provocativa — abrió la caja —, ¿Te ayudo en algo?
— Sólo ayúdame a ponérmela y nada más, por favor.
Ella afirmó en voz baja, quitándose la ropa pieza por pieza al igual que Rachel. Ambas tenían confianza. Además, Rachel era discapacitada en la vista como para estar viendo a mujeres desnudándose frente a sus ojos cada vez que podía.
Un ligero rubor cubrió sus mejillas cuando Valeria le indicó que debía subir los pies uno a uno para ponerle las pantis las cuales eran rosadas, luego la ayudó a colocarse el brassier. Después, siguió con las medias y por último el maquillaje ligero en sus ojos. Le puso un poco de delineador y algo de brillo, nada exagerado porque según ella, Rachel no necesitaba de muchas cosas para verse hermosa ante todos. También, sin olvidar la pequeña y peluda peculiaridad de Rachel que estaba bien escondida en la ropa interior.
Sintió como ella aseguraba los lazos sueltos en las medias y hacia un diseño para que se vieran presentables. Al menos le habían dado lencería nueva para esa noche. Una vez lista se sentó en la cama a esperar que ella terminara de arreglarse con ropa totalmente diferente.
La puerta fue tocada con fuerza y ambas saltaron del susto. Valeria rápidamente tomó las batas que le habían sido entregadas y le colocó una a Rachel. Se abrió con brusquedad y un corpulento hombre se hizo presente.
— Ya es hora, ustedes dos son las únicas que se han tardado más en arreglarse y Tommy está realmente enojado — bramó.
— Lo siento, James — se disculpó —. Ya vamos a salir, solo estábamos arreglando algunas cosas y nada más.copy right hot novel pub