Danitza tomó la cámara y pensó que pedir permiso para fotografiar a una flor, ¿no era demasiado caro?
Sin embargo, Danitza no dijo nada. Su mano estaba bastante adolorida. Estaba bien descansar en casa unos días, pero no sabía cuánto dinero le iban a descontar. Ella solo trabajó unos días y tuvo que pedir permiso de repente y tampoco sabía que le iba a hacer el presidente a ella.
Bueno, si no podía ganar lo suficiente, simplemente podría cambiar de trabajo.
Danitza le pidió un libro a Diego y se sentó junto a la flor, cuidándola. No sabía qué tipo de flor era, solo se veía las ramas y las hojas verdes, acompañadas de algunos capullos.
Ver el crecimiento de una flor debe de ser algo muy “emocionante”. Durante sus 20 años de vida, Danitza nunca había hecho algo así ni cuando estaba muy aburrida.
—Señora Hernández, esto de aquí es ungüento. Vi que le dolía la mano cuando estaba comiendo al mediodía —Diego dio un tubo de ungüento a ella por la tarde.
—Estoy bien, gracias, Diego —Danitza tomó el ungüento, que estaba todo en francés, se notaba que definitivamente no era de una farmacia ordinaria.
Durante la aburrida espera, Danitza se quedó dormida en la silla. Si no fuera por la llamada de Nora, ella no se habría despertado.
—Danitza, me encontré con un pervertido en la compañía hoy. Me trató muy mal, entonces, enojada fui a buscarte, pero la secretaría me dijo que habías pedido permiso. ¿Qué te pasó? ¿Estás enferma? —Nora preguntó con mucha preocupación.
Danitza no sabía qué pregunta debía responder primero.
—Yo…No sé cómo decírtelo, bueno, Nora, puede que no vaya a trabajar estos días, tengo algo que hacer —Danitza no sabía cómo explicar su situación.
—Danitza, ¿me has estado ocultando algo? Si tienes alguna dificultad, puedes decírmelo, te puedo ayudar —Nora sintió que Danitza estaba muy rara.
—Vale, te lo explicaré con calma cuando tenga la oportunidad, pero ahora no es muy conveniente —Danitza también quería hablar con Nora, pero ahora se sentía como si estuviera bajo arresto domiciliario y no tenía libertad.
—Vale, cuando vayas a trabajar, te invito a comer cangrejos de río en aquel restaurante. No he estado allí por mucho tiempo. Tengo muchas ganas de comerlos cuando pienso en eso —Nora solo pudo decir eso al final.
Después de colgar la llamada, ambas suspiraron al mismo tiempo.
Después de la cena, Danitza se fue a la cama temprano, su estado de ánimo no era muy bueno y no tenía energía para nada.
Por la noche, los grillos cantaban a dúo y la brisa nocturna soplaba suavemente. Danitza dormía muy profundamente, con todo su cuerpo expuesto fuera de la colcha.
Alejandro miró a Danitza y puso su mano sobre su cabeza. Luego, suavemente agarró la mano de Danitza, la ampolla que tenía se había roto, pero aún estaba roja y pegajosa.copy right hot novel pub