Al oír eso, Naomí le dijo fríamente enseguida con las cejas fruncidas, -¿Es necesario ser tan realista? Aunque yo sepa envejecerme, no te tocará sentir repugnancia conmigo, ¿no? Bernabé, no es adecuado que así te rías de mí después de disfrutar de mi pescado estofado en salsa de soya. ¿Acaso no quieres que yo, tu tía Naomí, cocine para ti? -
Sintiendo que el futuro del alimento fue amenazado, Bernabé cambió de prisa su tono, -Es la culpa mía, Naomí, incluso cuando seas vieja, será también guapa. -
Esa frase fue muy útil para Naomí, que se satisfacía con el asentimiento.
-Así que te perdono. La próxima vez te haré el pescado. -
Ella no se dio cuenta en absoluto de que cuando Bernabé lo dijo, cubrió el pecho con la mano que parecía como si la conciencia hubiese sido dañada.
Xenia lo vio y se le acercó a pellizcar cariñosamente las mejillas de Bernabé con voz baja, -Travieso. -
Esa noche los tres empacaron los equipajes, se subieron juntos al coche de Diego y luego se dirigieron a la Ciudad Norte.
Naomí era la asistente de Xenia, que naturalmente quería ir con ella, aunque no era de justo título. No le importaba sea lo que fuere.
De todos modos, la idea de Naomí consistió en que ella sentiría soledad en el apartamento, por eso tenía que acompañarlos. Si no tuviese otro remedio, diría que a Bernabé le gustaba lo que cocinaba, que venía para hacerle comida.
Así Naomí pensaba en lo bueno.
*
Por otro lado, Simón iba a volver a la Ciudad Norte.
Raquel lo acompañó a salir, -¿Ya no decides alojarte aquí más de dos días? ¿Después de conducir tanto tiempo, sólo te quedas por dos días? -
Simón le dio una mirada desagradable al oír eso.
-Tengo trabajo todavía. -
-¿Le importa el trabajo o tu tía? Qué chico no filial. Vete, vete, conduce con cuidado. -
-Sí. -
-Hombre. Los jóvenes como tú nunca escuchan lo que dijeron los mayores. Será peligroso conducir por la noche con malo campo de visión. Y insistes partir sin esperar a que el día siguiente llegue. -
Simón se fue con los labios delgados apretados, ignorando la reprensión de Raquel, que se metió directamente en el coche.
Un momento después le dijo con voz fría, -El tráfico es rápido y cómodo por la noche, sin atasco. -
-Con permiso. -
Raquel se paró donde estaba, viendo que el coche se alejaba muy lejos. La luz de las farolas alargaba la sombra de su figura. Sopló un viento que le hizo volar la bufanda en el hombro. Raquel no pudo evitar suspirar.
No se supo que a Simón le costaría cuánto tiempo para que se abriese el corazón para aceptar a otras mujeres.
Frida Casaus...
El nombre había desaparecido en su vida durante cinco años y nunca se había vuelto a ver.copy right hot novel pub