Simón no dijo ni una palabra, sus ojos tan espesos como la profunda noche que había fuera de la ventana, mirándola fijamente de forma hosca.
Ante tal mirada, Xenia sintió como si su corazón se hundiera lentamente en un abismo sin fondo.Xenia no quería hablar, Simón la obligó.
Además, Simón le había prometido claramente no enfadarse, pero ahora sus ojos…
Como si no la creyera en absoluto.
Xenia estaba tan enfadada que lanzó una mirada furiosa a Simón, le empujó y se dio la vuelta para marcharse.
Pero apenas había dado dos pasos cuando su muñeca fue agarrada de nuevo por Simón y Xenia empezó a enfadarse, -¡Suéltame!.-
El alto cuerpo de Simón se acercó, atrapando a Xenia contra la puerta.
-¿Qué pasa? Te esperé aquí durante medio día, te escapaste para conocer a otros hombres y ¿ahora no se me permite estar celoso?-
Xenia soltó, -Me acabas de prometer que no te vas a enfadar.-
-Pero no te he reprendido y no estoy enfadado contigo.- Simón le respondió con calma.
Xenia se quedó sin palabras, sintió una tristeza extra en su corazón al observar la fría mirada de Simón en ese momento. La culpa que había sentido hace media hora había desaparecido por completo de su mente, y lo único que quedaba ahora era la sensación de dureza.
Xenia se mordió el labio, sus ojos se humedecieron poco a poco con lágrimas.
Después de un momento, Xenia bajó la cabeza y admitió.
-Sí, es cierto que no te enfadaste ni me gritaste, es que soy demasiado frágil para soportarlo, ¿no? He dicho lo que tenía que decir, ¿puedo irme a casa ahora?-
Miró a Xenia que tenía la cabeza gacha, la chica tenía la palabra infeliz escrita en su cara y él se sintió un millón de veces más impotente en su mente.
Estaba claro que era él quien había sido abandonado en este asunto, y Simón había esperado como un tonto fuera de la casa de Xenia durante mucho tiempo. Tras escuchar a Xenia decir que estaba comprando en el supermercado, tuvo que ordenar a alguien que llevara los regalos a la casa y luego ir al supermercado a buscarla.
Pero Simón no pudo encontrar a Xenia, y justo entonces Xenia le dijo a Simón que se había ido al hospital.
Y Xenia había ido al hospital a visitar a otro hombre, que incluso se le insinuaba.
Simón cerró los ojos y, de repente, abrazó con fuerza a Xenia.
-Qué…-
Antes de que Xenia pudiera apartarlo, oyó que Simón le decía al oído.
-Lo siento, todo es culpa mía. No debí hablarte con esa actitud, ni esperarte aquí antes de tiempo, ni ir al supermercado varias veces a buscarte como una tonta, estaba tan preocupada por ti, que pensé que habías tenido otro accidente…-
La mano de Xenia se detuvo y se quedó inmóvil, incapaz de pronunciar una sola palabra.
-¿Fuiste al supermercado a buscarme?-
Simón no le contestó.
-Pero obviamente te dije que me esperaras fuera de la casa.-
-Estaba preocupado por tu seguridad.-
No importa, no debería haberse enfadado con Simón.copy right hot novel pub