Frida se despertó y se encontró en una habitación limpia y ordenada.
La habitación estaba amueblada de forma muy sencilla, pero con su propio estilo, y había algunos bocetos colgados en las paredes.
Las cortinas de color gris pálido eran suavemente movidas por la fresca y sedosa brisa.
¿Dónde estaba?
Frida se incorporó lentamente, con un dolor proveniente de su brazo, y miró hacia abajo sólo para encontrar una gasa envuelta allí.
-¿Estás despierta?-
Se oyó una voz suave y Frida levantó la vista.
Óliver entró en la habitación en medio de su mirada sorprendida, entregándole un vaso de agua tibia en la mano.
-Toma un sorbo primero.-
Frida le miró estupefacta un momento antes de coger el vaso. En efecto, tenía sed y sus labios estaban secos hasta el punto de escamarse. Así que se lo tragó bruscamente.
Óliver la miró y le dijo: -Bebe despacito, no te atragantes.-
Al oírle decir eso, Frida no pudo evitar suspirar en su mente que…
¡Oliver es realmente una persona muy amable!
Así que Frida bebió lentamente. Cuando terminó y estaba a punto de dejar el vaso, la mano de Óliver se acercó y le limpió las gotas de en sus labios.
Lo hizo con toda naturalidad, pero a Frida se le congeló todo el cuerpo.
¿Qué está haciendo?¿Y tocarle los labios con sus dedos?
Después de darse cuenta de esto, Frida evitó su toque rápidamente.
A Óliver se mostraba muy natural, completamente inconsciente de lo mucho que sus acciones habían molestado a Frida. Le quitó la taza de la mano a Frida: -Levántate, te he preparado la comida.-
¿Comida?
Al mencionar la comida, el estómago de Frida cantó inmediatamente.
Se sonrojó y se apresuró a cubrirse el estómago.
Óliver sonrió, mirándola suavemente: -Levántate.-
No había rastro de burla, y la mirada con la que la miraba era amable. El ánimo de Frida se estabilizó lentamente, y asintió, poniéndose de pie.
Fue entonces cuando Frida se sorprendió al descubrir que la bata de hospital que llevaba se había reemplazado.
Agarró la esquina de su camisa con nerviosismo.
-No te preocupes, el vestido te lo ha cambiado la auxiliar.-
Óliver Freixa lo explicó. Frida reaccionó entonces, sonrojándose como un tomate maduro.
Él había visto lo que pensaba sin que ella dijera nada.copy right hot novel pub