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Esposa falsa de Simón

Capítulo 83: Esos terribles recuerdos

Frida se despertó y se encontró en una habitación limpia y ordenada.

La habitación estaba amueblada de forma muy sencilla, pero con su propio estilo, y había algunos bocetos colgados en las paredes.

Las cortinas de color gris pálido eran suavemente movidas por la fresca y sedosa brisa.

¿Dónde estaba?

Frida se incorporó lentamente, con un dolor proveniente de su brazo, y miró hacia abajo sólo para encontrar una gasa envuelta allí.

-¿Estás despierta?-

Se oyó una voz suave y Frida levantó la vista.

Óliver entró en la habitación en medio de su mirada sorprendida, entregándole un vaso de agua tibia en la mano.

-Toma un sorbo primero.-

Frida le miró estupefacta un momento antes de coger el vaso. En efecto, tenía sed y sus labios estaban secos hasta el punto de escamarse. Así que se lo tragó bruscamente.

Óliver la miró y le dijo: -Bebe despacito, no te atragantes.-

Al oírle decir eso, Frida no pudo evitar suspirar en su mente que…

¡Oliver es realmente una persona muy amable!

Así que Frida bebió lentamente. Cuando terminó y estaba a punto de dejar el vaso, la mano de Óliver se acercó y le limpió las gotas de en sus labios.

Lo hizo con toda naturalidad, pero a Frida se le congeló todo el cuerpo.

¿Qué está haciendo?¿Y tocarle los labios con sus dedos?

Después de darse cuenta de esto, Frida evitó su toque rápidamente.

A Óliver se mostraba muy natural, completamente inconsciente de lo mucho que sus acciones habían molestado a Frida. Le quitó la taza de la mano a Frida: -Levántate, te he preparado la comida.-

¿Comida?

Al mencionar la comida, el estómago de Frida cantó inmediatamente.

Se sonrojó y se apresuró a cubrirse el estómago.

Óliver sonrió, mirándola suavemente: -Levántate.-

No había rastro de burla, y la mirada con la que la miraba era amable. El ánimo de Frida se estabilizó lentamente, y asintió, poniéndose de pie.

Fue entonces cuando Frida se sorprendió al descubrir que la bata de hospital que llevaba se había reemplazado.

Agarró la esquina de su camisa con nerviosismo.

-No te preocupes, el vestido te lo ha cambiado la auxiliar.-

Óliver Freixa lo explicó. Frida reaccionó entonces, sonrojándose como un tomate maduro.

Él había visto lo que pensaba sin que ella dijera nada.copy right hot novel pub

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