Cuando Xenia y Simón regresaron y estaban a punto de cambiarse de zapatos, se encontraron con que los zapatos de Naomí se abandonaron desordenadamente a un lado. Ella estuvo atónita por un momento. Parecía que esa chica acababa de regresar corriendo.
Suspiró levemente, se inclinó para volver a tomar los zapatos y ponerlos en el estante y entró.
Simón y Diego se cambiaron de zapatos detrás de ella y la siguieron.
Como si hubiese recordado algo, Diego habló con su hermana, -Voy a empacar mis cosas y salir más tarde porque tengo tomar el avión mañana.
Al escucharlo, Xenia hizo una pausa y lo sospechó, -¿Vas a salir esta noche? No tienes que levantarse tan temprano para tomar un avión, ¿verdad?
Su rostro estaba lleno de consternación al decírselo.
Su hermano mayor vino aquí con mucha dificultad, pero no lo acompañó por demasiadas cosas suyas. Incluso no lo llevó para recorrer donde vivía, lo cual hizo mal.
Finalmente se estabilizó, pero no esperaba que Diego fuese a regresar.
Además, ni se quedaría por una noche.
Al ver la desgana en el rostro de su hermana, la vista de mirarla venía llenándose más de mimo y no pudo evitar extender la mano para frotar su cabeza.
-¿No quieres que me vaya?
Al verlo, a Simón se le brillaron los ojos. Entrecerró los ojos peligrosamente.
Aunque supo que Diego era el hermano de Xenia, a su vez, Diego era una criatura masculina después de todo. Frotó la cabeza de su esposa tan íntimamente, ese comportamiento...
Le hizo muy infeliz.
Sin embargo, a pesar de que Simón se sintió muy molesto, cuando vio el rostro de su esposa se llenaba de desgana y dependencia de los familiares, solo pudo astringir esas emociones.
De todos modos, era sus parientes.
Antes de que se casase con él, sus parientes eran los objetos en los que más confiaba. Diego se marcharía mañana. ¿Por qué se preocupaba demasiado por eso?
-Diego, solo llevas unos días aquí. Me han pasado demasiadas cosas estos días, y no te he acogido bien...
En su corazón, se sentía culpable.
-Tontita. Diego dijo con una sonrisa, -Soy tu hermano. No hace falta que me agasajes. Además... no es una pérdida de tiempo que haya visto la reunión familiar tuya ahora.
Después de hablar, retiró la mano, -Bueno. Entremos.
Rafael estaba allí todavía. Pronto escuchó unos pasos, y luego los vio.copy right hot novel pub