Hubo un momento de silencio en la sala de estar. Diego habló con indiferencia.
-No, no es necesario que vayáis. Basta con que Rafael me lleve.
En cuanto oír esto, Xenia la miró a Naomí inconscientemente.
Lo que su hermano quería decir era que a Naomí no le permitiría seguir.
A Naomí se le puso pálida la cara, de pie desconcertada. Miró a Diego con tristeza, que estaban tan deprimida que casi se le caería lágrimas. Quería ir con él, pero lo que dijo Diego parecía estar dirigido a ella.
Se suponía que no había esperanza a pesar de eso.
Al mirarla así, Xenia se sintió un poco insoportable como mujer, pero Diego no la dio una mirada más. Solo levantó la maleta, -Vamos.
Dio un paso con prioridad y no miró hacia atrás. Parecía que no había nada que valiese la pena añorar en absoluto.
Antes de que Rafael lo siguiese, miró a Naomí inconscientemente.
Por fin, suspiró en silencio y luego lo siguió rápidamente.
Estaría bien que la decisión también pudo hacer que Naomí se rindiese lo antes posible.
¡Plof!
Cerrándose la puerta, Naomí reaccionó. Dio un paso adelante con los ojos enrojecidos para alcanzarlo, pero Xenia la detuvo.
-Para. No te vayas.
A Naomí se le cayeron las lágrimas de todas a la vez, -Xenia, ¿por qué?
¿Por qué? ¿Ni siquiera no permitió que le acompañase? ¿Acaso sería imposible de verdad que ella estuviese con él?
Al ver la situación de Naomí, Xenia no sabía realmente qué decir para consolarla. Si fuese posible, desearía compartir un poco del dolor y de la tristeza suyos, pero las emociones no se pudieron compartir en absoluto.
A ella no le daría derecho señalar a Diego y regañarle por qué no te gustaba Naomí. Nadie pudo forzarlo en los asuntos del amor.
Justo cuando Xenia pensaba en cómo consolar a Naomí, de repente se apartó de Xenia y luego entró en su habitación. Al ver eso, Xenia quiso ponerse a perseguirla, pero Simón lo agarró de la muñeca.
-No lo hagas.
-Pero...
-Estar sola será la forma más favorable para ella ahora. Después de esta noche, a lo mejor ella pensará claramente en muchas cosas.
Al escucharlo, Xenia miró a Simón inconscientemente, -¿Cómo lo sabes...?
Simón sonrió y una vez más extendió la mano para rozar su cabeza. La frotó suavemente, -Lo que pensó tu hermano ya es muy obvio. Si no se da cuenta todavía, está pidiendo dificultades.copy right hot novel pub