Naomí sintió que se le habían detenido la respiración y los latidos. El cerebro estaba directamente congelado, quedando en blanco, sentada de piedra en el lugar.
Observó a Diego, quien fue dirigido por el camarero y entró en el palco.
No lo había visto en mucho tiempo, pero no se vio diferente de antes. La figura aún estaba erguida, el rostro, fresco y hermoso, la camisa y corbata que llevaba, meticulosamente cuidadas, y los botones del traje, bien abrochados. Eso se pudo ver de un vistazo la severidad del hombre.
Bernabé rio furtivamente a su lado.
Diego había tenido una cara fría, entrando sin expresión. Tras notar algo con el rabillo del ojo, sus pasos se detuvieron repentinamente.
Pero fue solo una pausa. Volvió a la normalidad, y se sentó como si no lo hubiese visto.
-Señor Diego, ya está.
-Tío Diego.
Bernabé le llamó al hombre que vino, haciendo mimo, mientras miró a Naomí del rabillo del ojo.
Ella bajó los ojos en ese momento. El flequillo caído cubrió todas las emociones en sus ojos. La apariencia hizo que pensasen que estaba avergonzada, por lo que bajó la cabeza.
Solo sabía ella misma que no se quedaba en paz en ese momento.
Temblaba incontrolablemente la mano debajo de la mesa. Naomí resistió el impulso de levantarse y alejarse, sentada allí reprimiendo sus emociones todo el tiempo.
Por qué…
Pasó tanto tiempo tratando de olvidar a ese hombre. Se convirtió en una persona bastante ocupada por un periodo. Se volvieron cada vez menos el tiempo y la frecuencia de pensar en él, hasta que creyó que podría olvidarlo por completo por más de un tiempo.
No obstante, apareció.
Y, se conmovió nuevamente el corazón de Naomí.
Nunca había pensado que Bernabé tuviese un plan así. No era de extrañar que estuviese presionando su móvil un momento antes, y de repente dijese que querría comer pescado al vapor al restaurante.
Antes, la llamó y le dijo claramente que quería comer la comida hecha por ella.
Cambió de idea en un instante. Debería haber algo sucedido en eso.
También era realmente estúpida, que no había pensado dos veces, así que siguió al niño sin previo aviso.
Entonces... ¿qué cavilaría él?
¿Qué pensaría de sí misma?
Sería posible que pensase que le molestaba ella, ¿verdad? Ya se lo había aclarado, pero al final todavía apareció allí.
Al pensar en eso, Naomí se sintió mareada. Afortunadamente, estaba sentada. Se aseguraba de que si hubiese estado de pie, se le habrían caído débilmente las piernas.
Naomí no tenía ni idea de por qué estaba tan decepcionada, pero..copy right hot novel pub