Naomí volvió a bajar, respirando inestable. Antes de verlo, Naomí encontró un lugar para tranquilizarse.
Más o menor medio minuto después, Naomí se sentía mejor.
Luego ella adelantó a pasos cortos.
El coche ya estaba apagado por pasar mucho tiempo. Diego estaba sentado en el asiento de conductor, con la ventana bajada a la mitad. En la sombra del coche debajo de la farola, se escondía la cara hermosa.
Desde lejos, vio esta escena Naomí.
Diego era muy tranquilo y sobrio, lo que le hizo inquieta. Eso pensaba Naomí antes, pero ahora creía que el hombre delantero no tenía corazón.
No, él tenía, sólo para su hermana.
Era imposible lograr ni un puntito de él.
Naomí le acercó con dificultad.
Al darse cuenta del ruido, Diego le dio la mirada.
Mirándolo a los ojos, Naomí tenía un poco de miedo, pero tuvo que ir.
-Señor Diego.
Diego frunció el ceño de ira.
Naomí se encogió con el miedo. Pensó que estaba enfadado por no llevar a Bernabé. Realmente quería recogerlo juntos, después de todo, Diego ya habló tan claro.
Si no lo llevó, parecería que fuera la gente desvergonzada.
-Bueno, por más que lo persuadiera, no querría bajar. -se obligó a decir Naomí, -O mañana lo diré otra vez, ¿a volver?
Diego no le contestó, sólo mirándola callado, por sus ojos profundos nadie podría adivinar qué estaba pensando.
Un rato después Diego dijo, -De día, ¿está contigo en el restaurante?
Naomí asintió con la cabeza.
-Lo veo.
Cuando Diego estaba listo para marcharse, sonó el teléfono de Naomí, quien sacó el celular a ver. A Naomí Le extrañó que Rafael le llamara.
Quería contestarlo, pero Diego todavía estaba aquí. Naomí le dio un vistazo a Diego, quien parecía que no iba a salir en absoluto.
En ese momento, Rafael debía estar en el hospital, ¿qué pasó si la llamó ahora?
Finalmente, Naomí lo contestó.
Dijo cuidadosamente, probablemente por la existencia de Diego.
-¿Has llegado a casa? -preguntó Rafael.copy right hot novel pub