Después, el dueño llamó a un camarero para que la siguiera a Naomí y la escuchara.
A Naomí le parecía demasiado exagerado y lo negó moviendo las manos.
-No hace falta. Puedo hacer todo sola.
Ella se sentiría más incómoda si alguien la siguiera. Además, más gente la miraría.
De pronto, Diego dijo, -Déjalo seguirte.
-¿Por qué?
Naomí no entendía por qué le dijo esto. Ella se sentiría incómoda. Como no se atrevió a decírselo directamente, ella se fijó en Diego con ojos abiertos, intentando que la entendiera.
Pero Diego no la entendió y solo dijo, -Déjalo seguirte. Tengo que salir un rato después.
Por fin, Naomí lo entendió y solo tuvo que asentir con la cabeza.
-Pues sí.
El camarero la seguía y Diego se fue con el dueño. Después de que saliera, más personas empezaron a mirarla.
Naomí vio a su alrededor y fue a un lugar donde había poca gente. Ella pensaba que no podría respirar si se quedara aquí más.
Al pensarlo, aceleró los pasos y se tropezó.
Afortunadamente, el camarero que la seguía la ayudó a tiempo. Naomí se asustó, pero no se cayó.
-Gracias…
Sería vergüenza si se cayera.
-No hay de qué. Lo más importante es que está bien. Pase.
-Sí.
Naomí encontró un rincón y se sentó. No había comido porque temía que ella no se viera bien con el vientre grande después de comer demasiado. Ahora viendo la comida en la mesa, su estómago empezó a gruñir.
Ah…
Ella tenía hambre y cansancio, pero no podía comer. Se sentía mal y aspiró.
En ese momento, el camarero le sirvió algo sabroso.
-Señorita, apruébela.
Naomí se sintió emocionada porque le había servido una tarta muy bonita, donde se había puesto fruta bien cortada.copy right hot novel pub