Diego se mostró desconcertado.
Hasta una hora después, la que debería estar en la oficina aún no se veía ni una sombra.
Frunció el ceño ligeramente. Pareció que realmente la había asustado su comportamiento anoche.
Todo estaba bien antes. De repente no aparecía.
Lo que dijo fue en serio, ¿que no volvería a tener nada que ver con él?
Bajos los ojos, dificultaba ver cuáles eran sus emociones verdaderas. Después de un largo tiempo, llamó a Carmen y le pidió que volviese a convocar la reunión.
La reunión originalmente programada para hoy se había pospuesto para el día siguiente. Luego se reanudó. Carmen se sentía cansada, pero como secretaria con perfecta habilidad y eficiencia, no se atrevió a decir que no, ni a presentar ninguna queja. Asintió con la cabeza y lo arreglaría cuando lo sabía.
Media hora después, empezó la reunión.
Antes de entrar a la sala, Diego le dio una mirada a Carmen.
-¿Has recibido alguna noticia hoy?
Esa repentina pregunta a Carmen la sorprendió. Pronto, ella reaccionó rápidamente. Naomí, quien debería haber aparecido en la oficina, no vino.
-No.
Estaba pensando rápidamente mientras negaba con la cabeza.
Durante ese período, Naomí venía todos los días a una hora fija. Sin mencionar a Diego, Carmen, la secretaria, estaba acostumbrada. Entonces, cuando Diego mandó que rechazase la reunión, Carmen creía que lo hizo por la chica particularmente.
No imaginaba que ni siquiera se viese la sombra.
Y Diego la esperaba solo en la oficina.
Además, volvió a convocar la reunión.
En ese momento, siguió preguntándole si había tenido alguna noticia.
Obviamente preguntó por Naomí, ¿no?
-Señor Diego, ¿necesitas que la llame yo para preguntar?
-No hace falta.
Diego rechazó fríamente la propuesta de Carmen y entró con indiferencia en la sala de reunión. Carmen de repente no supo qué decir con lo que sucedió e inclinó la cabeza.
Después, durante la reunión, todos pudieron sentir cpn claridad la baja presión en el cuerpo de Diego. Al comunicarse con él, estaban preocupados de que les provacase problemas de pronto. Por eso, fueron cautelosos al hablar, por temor a cometer error.
Carmen, a su lado, tuvo una vista panorámica de todo lo sucedido.
Descubrió que aunque el aura rodeada por Diego era muy baja, contenía muy bien sus emociones y su temperamento de principio de principio a fin. También escuchaba el discurso de otros con seriedad, haciendo sugerencias ocasionalmente.
Carmen suspiró en su corazón que era demasiado capaz de esconder sus pensamientos y de controlarse.
No se supe cuándo explotaría él, ¿sí?
Cuando terminó la reunión, Diego regresó directamente a la oficina. Carmen pensó una y otra vez. Por fin, decidió bajar las escaleras para preguntar la recepción.
Cuando le hicieron esa pregunta a la recepcionista, evitó el contacto visual. Quizás fuese porque tenía la conciencia culpable.copy right hot novel pub