No esperaba que la niña fuera así de terca, diciendo algo sobre un asesino, ¿no sabía la importancia de estas cosas? Sería realmente una tontería apostar toda su felicidad a una persona poco fiable sólo por el juego.
-Sí, soy muy caprichosa, y nunca he sido más comprensiva, ¿te satisface?
Naomí estaba ahora tan lleno de resistencia a Diego.
En cuanto la mano de ella tocó la puerta del coche, Diego la agarró de la muñeca y la atrajo hacia sus brazos con una mano, mientras la bloqueaba de la puerta con la otra.
-¿Qué estás haciendo? Suéltame -Naomí se esforzó por retirar su mano, pero él era tan fuerte que luchó sin poder liberar su mano.
Pero Naomí no se rindió y siguió luchando por salir.
Diego cerró rápidamente la puerta del coche tras él y la soltó.
Naomí abrió la puerta del coche varias veces sin conseguirlo, mirando con rabia a Diego.
-¿Qué demonios quieres?
-Le prometí a tu madre que te llevaría a casa a salvo.
Sabiendo que el hombre tenía un historial de encarcelamiento, Diego consideró que Naomí estaba en una situación peligrosa y que si se le permitiera a ella pasar tiempo con el hombre, no era seguro que pasara nada.
Pero lo que ocurría era que la niña era tan denigrante para él que, hiciera lo que hiciera o dijera, la hacía enfadar más y más.
-Dije que lo habías prometido, no lo prometí, abre la puerta y déjame salir.
En respuesta, fue recibida por el sonido de Diego conduciendo.
El coche circulaba tranquilamente por las calles vacías de la noche.
En contraste con la tranquilidad del exterior, el corazón de Naomí estaba literalmente ardiendo, no sabía cómo las cosas habían llegado a esto, parecía que se estaba poniendo tan al revés y fuera de sí.
Con esto en mente, Naomí cerró los ojos y se inclinó para alejarse de Diego.
"Regálalo si quieres, después de esta noche de todos modos, cualquier cosa que hagas en el futuro fingiré que no te conozco, es la última vez."
El hecho de que la niña se callara de repente fue toda una sorpresa para Diego.
Naomí se bajó del coche en cuanto se detuvo. Pero Diego seguía cerrando la puerta con tanta fuerza que Naomí sólo pudo burlarse de ella,
-¿Qué, señor Diego, no me va a dejar ir todavía?
-No trato de interferir contigo, sólo quiero que no te hagas daño, no te juntes más con gente así -Diego habló con ligereza y aconsejó.
-Señor Diego, mi casa está aquí, usted ha hecho lo que prometió, ¿puede abrir la puerta ahora?
Parecía inútil que dijera nada ahora, ya que Diego abrió la puerta y Naomí salió corriendo bruscamente del coche y subió las escaleras.
Cuando Naomí regresó, Brisa se apresuró a saludarla, pero Naomí no quiso decir ni una palabra y se sumergió en el dormitorio, sin querer ni siquiera ducharse, y se lanzó bajo las sábanas, dejando que sus lágrimas se fundaron silenciosamente en el algodón.
Al día siguiente, Gaitán volvió a la tienda después del trabajo.
Tras el incidente de ayer, Naomí miró ahora a Gaitán con otros ojos; no esperaba que Cristina fuera tan poco fiable como para presentarla a un hombre de carácter dudoso.
Pero Naomí aún no había decidido si contarle a Brisa directamente la sentencia de prisión del otro hombre, o si debía decírselo a Gaitán en privado.
Tras pensar esto, Naomí se acercó a Gaitán y le dijo.
-¿Estás libre esta noche?
Al oír estas palabras, Gaitán se quedó helado y luego asintió,
-Sí, ¿por qué?
-Me da bastante vergüenza que vengas a ayudar en mi tienda todos los días, así que te voy a invitar a cenar esta noche y mientras tanto tengo unas palabras que decirte, ¿te parece bien?
En cuanto Gaitán se tragó sus palabras, pensó inconscientemente que ella quería hablar del matrimonio e inmediatamente asintió con la cabeza.
Por la noche, Naomí salió con Gaitán después de hablar con Brisa, y cuando se fueron el padre de la chica seguía sentado en su silla tomando té, observando a su hija y al hombre juntos y acariciándose la barbilla con satisfacción.
-¿De qué te ríes? -Brisa se sentó a su lado y le dirigió una mirada contrariada.copy right hot novel pub