La casa de Patricio
-¿Cómo va? ¿Te dijo Naomí cuándo volvería?
La pareja no había dormido por toda la noche porque estaba preocupada por su hija, así que cuando amaneció Brisa se levantó y cocinó el arroz congee con la esperanza de que su hija pudiera comerlo cuando regresara, sin embargo, su hija no volvió y no los llamó a sus padres.
De ahí que los dos la llamaron a su hija, y después de oír que su hija iba a volver, Brisa apresuró al padre de Naomí a que se diera prisa en tomar un tazón de congee.
-Volverá más tarde. No me apresures. Tómate las gachas. No he dormido en toda la noche por preocuparme de ella. ¿Cómo voy a comer ahora que no la he visto? -dijo el padre de Naomí.
-Si no quieres comer, entonces no lo hagas, siempre que tenga fuerza para hablar cuando tu hija venga más tarde, ni mastiques a dos carrillos ante tu hija.
-Brisa, ¡qué dices¡ ¿No estás preocupada de nuestra hija? ¿Por qué todavía tienes apetito? ¿No sufres? -dijo el padre de Naomí.
Se enfadó mucho Brisa y quitó el cuenco que tenía delante él.
-Como lo que quieras. No solo sufro, sino estoy muy tranquila. ¿No piensas por qué te dejo que comas más? Luego si la hija nos dice algo enojoso, ¿cómo vas a tener energía para darle una lección a tu hija? Creo que anoche, ese Gaitán debió hacer daño a nuestra hija, de lo contrario, ¿por qué está en el hospital sin razón alguna?
Al oír esto, el padre reaccionó al instante.
-¡Tienes razón! Así que tengo que comer más. En caso de que Gaitán se atreva a dañar a Naomí, me seguro de que pague las consecuencias.
Después de decir eso, el padre estaba a punto de llevar el cuenco en la mano de su mujer, Brisa se mofó:
-Agrega las gachas tú mismo, ¿no tienes las manos?
El padre no dijo nada. Como acababa de ironizarle a Brisa, ahora que fue regañado por ella y Mateo no se atrevió a soltar ni una palabra, así que sólo pudo salir a la cocina para añadir la comida tú mismo.
Diego le llevó a su casa a Naomí, que se desabrochó el cinturón de seguridad y giró la cabeza para mirar a Diego:
-Gracias y también por lo de anoche -dijo ella con titubeo.
Cuando las palabras cayeron, Naomí vio que Diego se desabrochaba el cinturón de seguridad también. Se quedó paralizada un momento y le preguntó pasmada a él:
-¿Qué estás haciendo?
-Te acompaño a subir para explicar lo que pasó.
Naomí se quedó asombrada. "¡Cómo puede ser! Si Diego sube, mi madre definitivamente nos malinterpretará." Entonces, Naomí lo detuvo en seguida.
-Ya son las nueve, ¿no vas a trabajar?
-El horario se ha retrasado, tengo tiempo por la mañana.
-Pero eres el presidente, ¿será conveniente si no vas a trabajar?
Naomí aún se esforzaba por explicarse cuando Diego dejó de moverse de repente y giró la cabeza para mirarla en silencio.
Hacía un momento le había costado mucho hablar, pero ahora estaba tan nerviosa que no podía hablar ante la mirada de sus fríos ojos.
-No te preocupes. Primero me ocupo de tu cosa -palabra por palabra dijo lentamente.copy right hot novel pub