La multitud rodeó alegremente a Pepita.
A Naomí que estaba al lado también le gustaba la linda apariencia de Pepita, por lo que pellizcaba su puño fragante y suave de vez en cuando que se sentía muy feliz cuando lo tocaba. Era un ciclo de entretenimiendo, que se divertía mucho
Diego notó los movimientos de Naomí al lado naturalmente. Su apariencia encantadora hizo que sus ojos fríos sonrieran gradualmente al mismo tiempo.
Xenia, que estaba acostada en la cama, no sabía qué pasaba en ese momento, que de repente tuvo la mala intención. Miró a Naomí y le preguntó, -¿Es mi hija muy linda?
Naomí no sabía qué diría a continuación, solo considerando que estaba feliz de tener una hija, así que asintió con entusiasmo, -Claro, Pepita es súper linda. Mira esta manita, esta carita. ¡Qués suave y lindo! Si no tengo mi miedo de dañarla, quiero abrazarla realmente.
Pero el bebé recién nacido es demasiado blando y pequeño. Naomí, la que nunca había sido madre antes, no se atrevió a abrazar fácilmente Pepita por temor a hacerle daño.
-Está bien. Puedes intentarlo.
Naomí negó repetidamente con la cabeza, -No, no. No tengo prisa. La abrazaré cuando crezca un poco. De todos modos, nos quedará mucho tiempo, que tendré muchas oportunidades.
-Si te gusta de verdad, puedes darte prisa y dar a luz a uno tú mismo.
Después, Xenia también dio deliberadamente una mirada a su hermano.
Naomí se había divertido en este momento. Y luego, todo su cuerpo se congeló, mirando a Xenia con los ojos muy abiertos. ¿Por qué mencionó eso a propósito? Había mucha gente allí, ¿no?
Naomí no sabía lo que pensaba Diego, pero, con tanta gente presente, su rostro se puso rojo y no se atrevió a mirarlo.
Fue Diego quien la estaba protegiendo. Miró con indiferencia a Xenia y susurró, -¿Tengo la fuerza para burlarme después de dar a luz? Parece que no estás cansada.
Xenia parpadeó y apretó la mano de Simón.
-Tengo alguien que me acompaña. ¿Por qué estoy cansada?
Mientras apretaba la mano de Simón, Xenia de repente se dio cuenta de algo. Giró la cabeza y descubrió que sus dedos estaba pellizcando en la herida de Simón.
De hecho, no era una herida grave, solo la marca de un diente que dejó Xenia un momento antes, que se veía profunda y poco sangrada.
Anteriormente, Xenia escuchó al médico preguntarle a Simón si quería que lo ayudasen a tratar la herida. Simplemente se la tomó a la ligera, y...
Xenia apartó los dedos con un poco de nerviosismo, observando las profundas marcas de los dientes, sintiéndose angustiada.
-No te pongas así. No me duele en absoluto.copy right hot novel pub