Dominado el silencio en la oscuridad.
Con los ojos cerrados, Xenia tampoco pudo oír ningún sonido excepto el cierre de la puerta.
“¿No entró Simón?” pensándolo, Xenia abrió los ojos, de repente vio su rostro, lo que sorprendió a Xenia, que iba a gritar, pero la detuvo Simón con un beso precipitado en sus labios.
Con los ojos bien abiertos, Xenia lo empujó con fuerza.
“¡Su ataque es realmente inesperado!” pensó Xenia, “¿Es un demonio? Actuó con rapidez y asusto, pero en silencio.”
Con diez segundos besándola, Simón detuvo y la preguntó en un tono serio, -¿No finges durmiendo?
De repente Xenia se quedó avergonzada de su beso y de su burla. Lo miró con furia y explicó, -¡No lo estoy!
Sonrió Simón en un sorprendente tono de suavidad, -¿No lo estás?
Luego se acostó al lado de Xenia, con los labios cerca de su oreja.
-Cuando finges durmiendo, por lo menos controla bien tu respiración -dijo Simón, -Con el rápido ritmo a que late tu corazón y tu respiro, ¿segura que estás dormida?
Mientras Xenia se mantuvo callada, Simón añadió -¿Me oyes?
Luego Simón extendió una mano hacia su cabeza. Apenas la tocó, Xenia sintió que se estaba disolviendo en el volcán por la alta temperatura de su mano.
Simón quería volver su rostro a su frente, pero Xenia lo rechazó.
Entonces Simón se le acercó pegado a su espalda, y Xenia lo apartó con su codo, -Mantente alejado de mí.
Al principio Simón se retrocedió por sus golpes, unas rondas después, la abrazó con tanta fuerza que ni siquiera lo podía apartar Xenia, mientras su calor transmitió sin cesar a lo largo de su oreja.
Con la calefacción y el calor brotando de su cuerpo, los dos, pegados tan apretados, empezaron a sudar.
-¿Qué haces? -preguntó Xenia con un respiro precipitado, y lo apartó con su codo.
-¿Escuchaste lo que dije en el balcón?
-Sí lo escuché -murmuró Xenia, -Pero no hace falta que me respondas con los movimientos, ¡para!
Apenas apartó sus manos, éstas le llegaron hasta su pecho desabrochándole el pijama.
“Todos los hombres son animales.” Pensó Xenia, “Sea quien sea, una vez metido a la cama, ¡se le calienta el cerebro!”
Mientras el calor transmitió a lo largo de su piel, sintiendo cielo de tormenta, Xenia dijo, -Si duermes aquí conmigo, me caerá peor tu abuelo.
Detuvo Simón por un segundo, luego continuó.
-No importa, algún día cambiará su opinión -dijo Simón mientras le besaba impaciente.
Temblando y precipitada, Xenia tuvo que gritar, -¡Pero no estoy lista todavía! Creo que nuestra relación se desarrolla demasiado rápido.
Por fin Simón detuvo.
“Tiene razón,” pensó Simón, “Apenas estamos juntos.”
“Si no hubiera sido por el cambio de residencia, no habría podido tenerla entre los brazos, pero ahora he perdido todos los juicios, casi rompí nuestras relaciones.” Pensó Simón, “No es la manera en que funciona.”
Entonces cerró los ojos, y se quedó inmóvil.copy right hot novel pub