Cuando Santiago volvió a bajar, Vanesa ya estaba levantada.
Estaba sentada con las piernas cruzadas en su esterilla, sosteniendo su teléfono y estaba mirando algo.
—¿Has comido? —Santiago bajó y preguntó de pasada.
—No, no tengo hambre. Vanesa no le miró, seguía mirando su teléfono, pero sí contestó.
Santiago bajó y miró en la cocina. No había nada allí. Volvió a la nevera y allí había mucha comida.
Pero, por desgracia, no sabía cocinar nada.
—¿Y tú? —Vanesa miró su teléfono un momento y se levantó.
—Volví a la casa y comí allí —diciendo cerró la puerta de la nevera Santiago.
—Vale, así me voy a la cama.
Vanesa se dirigió al piso de arriba.
Santiago frunció un poco el ceño, pero al final no dijo nada. Vanesa volvió a entrar en la habitación y, tras pensarlo, abrió la puerta mientras deshacía la maleta y sacaba su ropa.
En el fondo de la maleta estaban los papeles del divorcio. No esperaba que Santiago los trajera a todos aquí. Los miró fijamente y los sacó.
La expresión de Santiago era tan seria como la del certificado de matrimonio. No se veía ninguna emoción.
Después de mirarla un momento, sonrió y se llevó los papeles del divorcio.copy right hot novel pub