Poco después, Erika tuvo preparada la cena y se la sirvió a Santiago.
Le preparó la comida occidental que a él le gustaba mucho.
Cuando se sentó a la mesa, Erika y Diana se sentaron a su lado.
—¿Cómo te va lo del trabajo? Veo que tu padre está cada día más ocupado en estos tiempos —preguntó Diana.
—Sí lo está, porque últimamente estamos ampliando el mercado, en eso no tengo mucho que tratar, pero mi padre y los tíos están ocupados —dijo Santiago.
—Por cierto, tienes que volver temprano a casa con Vanesa en el día del cumpleaños de tu tío Hugo. Desde que murió Enrique, la villa se volvió bastante silenciosa y espero que su cumpleaños pueda calentar la animación —dijo Diana.
—Pero murió padre hace poco y organizamos una fiesta de tal manera, ¿será apropiado? —dijo Erika.
Diana bajó sus miradas observando el anillo de plata en su mano,
—Nada inapropiada será la fiesta. De todo modo, somos una familia que compartiremos juntos tanto las adversidades como las felicitades. Además, a Enrique le gustaban las fiestas. Pero, en los últimos días, la villa se queda bastante solemne y fría adonde nadie tiene ganas de volver.
Mientras Diana hablaba, Santiago y Erika se mantuvieron callados.
Diana y Enrique estaban juntos desde la juventud hasta la vejez, todos de la familia eran conscientes de la solidaridad de sus relaciones. Desde que murió Enrique, no lloró ni una gota Diana, ni tampoco se quedó naufragada en los recuerdos amargos, pero la tristeza era tan visible que se la veía en su rostro.
Todo se volvió silencioso ahora.
Perdió Santiago de repente el apetito, aunque era un plato bien suculento.
—¿No te gustó? —preguntó Erika.
—No, pasa es que no tengo mucha hambre —explicó Santiago—, además, he almorzado mucho en la empresa.
Mientras lo limpió la sirviente, Diana le preguntó a Santiago cómo se estaban llevando él y Vanesa recientemente.copy right hot novel pub