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Jefe Atrevido: Amor Retardado

Capítulo 256: Tu hombre es totalmente bastardo

Al escuchar a Santiago mencionar a Vanesa y Erick, Stefano soltó una sonora carcajada antes de que pudiera terminar la pregunta.

—Cierto. A ti también te parece muy buena la relación que tienen los dos. De verdad, pienso lo mismo que tú. Incluso a veces no puedo evitar estar celoso viendo la actitud con que trata a Erick, que es mucho mejor que cuando trata a mí.

Se omiten aquí las palabras seguidas de Santiago.

Stefano se bebió todo el vino y pidió al camarero que la llenara.

Tuvo hipo y volvió a mirar a Santiago.

—Pero —empezó diciendo—, ¿qué habéis hecho hoy Vanesita y tú? Todo el día sin noticias y nosotros, Erick y yo, lo pasamos esperando en el club.

Santiago juntó las cejas y siguió callado.

Las cosas que sucedieron en la casa vieja de la familia Icaza fueron complicadas. No tenía sentido decírselo.

Menos mal que su amigo tampoco tenía mucho interés en su respuesta.

—Hoy estás raro —añadió tras unos segundos.

No estaba muy animado y ya lo había notado él mismo.

Después de un buen rato habló, pero en voz baja

—Estoy loco. Quizás.

Debido a la música tan alta, Stefano no lo oía bien.

Los dos no habían elegido las habitaciones privadas porque quedaría demasiado vacía para dos personas. Así que se sentaron en la zona pública y charlaron.

De acuerdo con el carácter de Stefano, era imposible que permitiera un ambiente frío. Se enrollaba, hablando de todo.

Santiago habló poco. Se limitó a ser el oyente en la mayoría del tiempo.

Así con las conversaciones y el alcohol, no se sabía cuánto tiempo había pasado. Y Stefano fue el primero en emborracharse. No podía ni decir una palabra completa y se desplomó en la barra sin callarse.

Fue cuando Santiago sintió que alguien tocó su hombro. Se volvió, y al ver que era una mujer, rio. Una mujer bonita, y mucho más atractiva que Vanesa.

La mujer también sonrió,

—Guapo, qué aburridos estáis dos hombres solos bebiendo así.

Santiago alzó los ojos.

—Pero aquí ya estás, ¿no? —dijo aprovechando las palabras de la bella.

En otro tiempo, salvo las ocasionales veces en que dijo algo erótico a Vanesa cuando hicieron el amor, nunca se le habían ocurrido palabras tan seductoras.

Se encontraba muy raro y él mismo lo sabía muy bien. Sentirse tan perdido era enloquecedor.

La mujer mostró una sonrisa, y se inclinó hacia Santiago.

Él cerró los ojos. Por suerte, al lado de ésta no se percibía perfume penetrante.

Desplomado en la barra, Stefano murmuraba algo ininteligible. No podía cerrarse la boca aún cuando estaba borracho.copy right hot novel pub

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