Es decir, Santiago fue a tomar unas copas con Stefano y éste muy pronto se emborrachó. Pero Santiago sólo mandó que el taxista lo llevara a casa, y después se fue a empezar su historia.
Vanesa movía lentamente la cabeza.
«Bien.»
Ahora le daban curiosidad las futuras reacciones de los medios de comunicación.
«A ver si llegan a conseguir unas pruebas del cuerno de Santiago»
En cuanto a Stefano, él desconocía nada.
Se fijó en Vanesa, y dijo,
—Oye, si hoy estás libre voy a llamar a Erick, y tú, a tu hombre. Así tendremos a cuatro y perfecto para empezar el juego.
—Erick llegará en poco —habló Vanesa.
Al oírlo de repente se animó Stefano,
—Sólo falta Santiago. Vamos, llámalo para que venga.
Obviamente se estaba excitándose y hablando se levantó, ya en punto de dirigirse a la habitación.—Voy a asearme. Vuelvo en un segundo.
—No voy a llamarlo —Vanesa se apresuró a decir—, si quieres jugar a las cartas, hazlo tú mismo.
Stefano se paró, y se volvió a Vanesa diciendo,
—Ay tú…
Pese a la queja no tardó nada en meterse en la habitación. La puerta estaba abierta y Vanesa podía verlo coger el móvil y marcar.
Un momento después se contestó la llamada.
—Santi, ¡ven aquí y hoy juguemos un poco! Aprovechamos de que todos tenemos tiempo —dijo Stefano en voz alta.
Mientras hablaba se acercaba a Vanesa. Y ella no distinguía lo que decía Santiago.
Pero Stefano siguió sin dejar huecos.
—¿No es hoy domingo? Tú también tómate el día libre. Pues venga.
Al cabo, llegó al lado de Vanesa y puso el móvil en altavoz para que lo escuchara.
—No puedo. Hoy tengo algo que hacer —habló Santiago.
Nada más decir esto, llegó la voz de Lidia,
—Santi, ven, prueba esto, que está muy rico.
Stefano se congeló, se quedó con la boca abierta y se volvió a Vanesa.
A pesar de lo inesperado, no hubo mucho cambio en la expresión de Vanesa.
—¿Dónde estás, Santi? —Stefano casi tartamudeó.
—Estoy fuera —Una respuesta con tanta vaguedad que no se diferencia de no haberla. Hubo una pausa por parte de Santiago y continuó—. Estoy ocupado. Nos vemos otro día.
Se colgó la llamada cuando terminaron estas palabras.
Con un gesto de incredulidad, Stefano miró a Vanesa,
—Pues tu hombre, ¿qué está haciendo? Esa voz fue de Lidia, ¿no?
—Parece que sí —asintió con una mirada inocente.
Stefano frunció el ceño.copy right hot novel pub