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La Llave En El Lago

Capítulo 17:

-Amor -Pensó en Eric, aquella mañana antes de viajar en el tiempo había pensado en casarse con él y ahora se preguntaba si no hubiese sido por el viaje ¿lo hubiese perdonado? Aunque quisiera pensar que no, para ella él era su alma gemela y nunca antes había pasado por una situación ni remotamente similar así que tal vez podría ser de esas mujeres tontas que aceptan a un infiel una y otra y ella no lo sabía, tal vez si ambos hubiesen viajado juntos hubiesen generado mucho escándalo en la sociedad de esta era, es decir, una mujer blanca con un hombre de color, tal vez podría ser la protagonista de una historia de amor prohibida...

-¿Amor? -Fue la contestación del vizconde y ella asintió aún sumida en sus pensamientos con respecto a Erick, desde que había llegado había pensado en él, pero con tantas cosas que habían pasado y todas las cosas que había tenido que aprender no se había dado cuenta de que cuando regresara tendría poner en orden su vida y por supuesto tratar de explicar sin parecer una loca todo donde había estado en todo ese tiempo -Entiendo -El vizconde más que desconcertado parecía decepcionado

-¿Por qué no ha intentado casarse con alguna señorita de la ciudad?

-Nadie quiere un hombre moribundo -al llegar a la mesa Amelia tomó dos vasos de sidra de manzana y le ofreció uno a él, quien lo tomó enseguida

-Estoy segura de que usted no es ningún moribundo -le dijo mientras él tomaba un trago - si me permite serle franca -Él la miro y asintió -aunque no lo conozco usted me da la impresión... se ve un hombre inteligente, bien parecido y una buena persona, no debería casarse con alguien que no aprecie estas cualidades

-Tal vez usted llegue a...

-Vizconde -interrumpió una voz masculina que sobresaltó a Amelia, era el doctor

-Doctor Deluca -El Vizconde sonrío incómodo -No lo esperaba ver acá

-Eso debería decir yo -El doctor parecía irritado

-por eso no esperaba verlo -el vizconde parecía un niño haciendo alguna travesura y el doctor se veía como un padre muy molesto, el vizconde notó el desconcierto que había generado en Amelia -El doctor aquí presente me indico no exponerme al clima frío

-oh... tal vez debería buscar una bebida caliente para usted-sugirió Amelia

-no es necesario -interrumpieron ambos al mismo tiempo

-no debe preocuparse por mi

-le sugiero a mi estimado paciente que regrese al calor de su hogar y guarde el reposo como es debido - el vizconde parecía ofendido y tenía una mirada de querer asesinar al doctor

-¿No hay manera que pueda dejarlo pasar solo esta vez? -Cipriano lo vio de manera muy severa, el vizconde sabía que exponerse al frío de diciembre le sentaba fatal y que el doctor tenía razón, sin embargo, encontraba a la señorita Amelia una persona que irradiaba calor, distinta y agradable cualidad que no eran fáciles de encontrar en la ciudad, se acercó para decirle de la manera más discreta posible y evitando que la señorita lo escuchara -Me iré, pero ella me agrada podría bailar con ella una o dos veces para ya sabe... -El baile era la forma más fácil de acercarse a una mujer, mantener una conversación sin que una madre o doncella estuvieran en el medio, sabía que Amelia sería invitada a bailar inmediatamente después de que él se fuera, pero si por lo menos evitaba que la señorita bailara con muchas personas tal vez ella no encontraría algún joven atractivo con un buen título y además con buena salud, ella había comentado que buscaba el amor, pero ¿eso podría cambiar? O tal vez el vizconde podría tener que persuadir a la señorita para que se casara con él -no me iré si no me lo promete -después de una larga e incómodo intercambio de miradas en el que Amelia no participaba, pero miraba confundida, el doctor suspiró

-está bien -él no quería volver a intentar bailar con ella después de que había sido tan grosera, pero si quería que el vizconde descansará, era su paciente, pero también su amigo y si alguien llegaba y le ofrecía la cura para los males del vizconde a cambio de su ojo izquierdo, él aceptaría sin dudarlo, la amistad no era como la de Edward y él, pero aun así consideraba que el joven vizconde había sufrido ya demasiado y aunque sabía que bailar con la representación de satanás en la tierra no iba a curar a su amigo por lo menos le traería un poco de paz -pero te acompañaré hasta la entrada para asegurarme -la condición dada no fue bien recibida, pero al final el vizconde terminó aceptando -Hágame el favor de esperarme un momento señorita -dijo Cipriano una vez el vizconde se despidiera.

Amelia se había quedado por primera vez en toda la noche sola, aprovechó que estaba al lado de la mesa y se sirvió algo que parecido a un crepe con chocolate y no había dado el primer mordisco cuando la señorita Baudin se puso discreta y grácilmente a su lado, no tomo nada de la mesa lo que le indico a Amelia que quería hablar con ella, tal vez haber dado a entender que ella aprobara a cualquier candidata para la boda de su primo no había sido la mejor de las ideas:

-oh señorita Amelia nunca había visto a una joven con tan buen apetito como usted -Amelia vio la crepa que ni siquiera le había dado el primer mordisco, pero en el fondo de su corazón sabía que se encontraba babeando internamente por algo se veía tan delicioso como eso.

-Es una fiesta y considero que es una lástima que algo tan delicioso no pueda ser degustado solo porque no queremos que nuestro futuro esposo vea que somos humanas -Amelia había notado que casi ninguna mujer se había atrevido a tomar o comer más allá de un bocado y había comprendido con facilidad que no les permitía comer más de eso, suponía que era para demostrar lo muy educadas y agradables señoritas de sociedad que eran

-Claro -Sonrió la señorita Baudin y parecía confundida sin saber exactamente a qué contestar -he notado que no ha bailado con el vizconde ¿verdad? -esta vez no espero contestación -la verdad es que yo tampoco he bailado con él nunca ¿Se imagina bailar con alguien que la llene de saliva cada vez que no pueda controlar su impulso de toser? -Su voz era muy petulante y realmente la pregunta le pareció insultante el vizconde parecía una buena persona, pero seguramente nadie en la ciudad lo había notado porque lo evitaban como si fuera el portador de alguna enfermedad mortal y comenzaba a entender por qué decía que ninguna jovencita se quería acercar a un moribundo

-La verdad es que no baile con el porqué temía más pisarlo que la posibilidad de que me llenara de saliva -Esto parecía también confundir a la joven, parecía que tenía esperanzas de que Amelia fuese tan mala como ella al referirse a la enfermedad del vizconde, pero, en cambio, obtuvo un comentario sincero de lo mal que Amelia bailaba lo que no parecía algo tan relevante, ya que Amelia lo había comentado abiertamente con cada conversación que había tenido en la noche por lo que ya para la aristocracia de la ciudad no era ningún chisme o ningún secreto del que pudieran hablar el día de mañana, tal vez una mención muy pequeña sobre el tema, pero la sociedad entera sabía que no todas las jóvenes eran buenas bailarinas a pesar de que recibiera la mejor educación de baile algunas simplemente no tenían el ritmo en sus venas.

-¿Tiene planes para esta semana? -La señorita Baudin hizo un último esfuerzo para entablar una conversación-Aparte de los festivos -se apresuró a decir

-Mañana saldré con la señorita Laurens y voy a hacer algo de bordado con la señorita Cecil -La señorita Baudin sonrió como un gato a punto de cazar un ratón

-Cariño, recién llegaste y por eso no lo sabes, pero tal vez deberías alejarte de ellas y juntarte con personas más de tu estatus social

-¿A qué te refieres?

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