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La Llave En El Lago

Capítulo 28:

Edward sintió los primeros rayos de sol pegándole en la cara, tenía una resaca muy fuerte y sabia que la habitación apestaba al olor que desprenden los borrachos, la luz le molestaba, pero estaba dispuesto a pasar su día acostado, sin embargo, no quería llamar a alguien de la servidumbre para que cerrase la cortina porque el simple hecho de tener que tocar la campana para realizar ese llamado sería el equivalente de mil truenos cayéndole en la cabeza, tampoco quería levantarse, sentía que si se levantaba perdería esa sensación de comodidad total en la que estaba, pero muy a su pesar se levantó, se estrujó su ojo derecho con la palma de su mano y algo en la mesa de noche le llamó la atención, era una nota que decía urgente reconoció la letra de inmediato:

Encontré a la señorita Amelia muy enojada en el camino a la ciudad trataré de calmarla, pero necesito que vengas con suma urgencia ya mismo

Cipriano

Cerró la nota, el dolor de cabeza no lo dejaba pensar correctamente, el contenido de la nota sin duda parecía ser urgente, pero por alguna razón no entendía el porqué era tan urgente, se quedó mirando sus zapatos esparcidos por el piso, hacía mucho tiempo que no tomaba tanto para emborracharse de esa manera, se preguntó así ¿Por qué tome tanto anoche? Pero cada vez que cerraba sus ojos pensaba en la señorita Laurens aunque no lo quisiera admitir eso pasaba desde que eran niños y solo por decir unas pocas palabras había arruinado no solo su amistad sino la vida de ella…

De repente como un rayo que parte un árbol Edward entendió, claro la maldita reputación de su supuesta prima se vería afectada si alguien se enteraba de que ella había salido a media noche y se había quedado con un hombre a solas, se paró y aun con el pantalón que llevaba puesto la noche anterior y sin camisa salió de su cuarto y lo primero que vio fue a Beatriz que había llevado una silla al frente de su cuarto para hacer de guardia:

-¿dónde está?

-Acá no está -Respondió ella como si fuese la cosa más obvia del mundo

-¿por qué demonios “acá no está”?

-porque no sabemos dónde está y usted no ha dado ninguna instrucción y cuando le llamaron a media noche con esa nota urgente ni siquiera se inmutó

-Dios es que nadie piensa en esta maldita casa -Gruño -Manda a preparar el carruaje inmediatamente

-ya está preparado

Edward cerró la puerta de su habitación y comenzó a ponerse la primera muda de ropa que encontraba, tenía fugaces recuerdos de la discusión con Amelia, Cipriano yéndose de la mansión pasada la media noche y de alguno que otro sirviente intentando despertarlo y darle la nota, tal vez había insultado innecesariamente a más de uno, se había vestido como un rayo y se encontró en camino al departamento de soltero de Cipriano en menos de cinco minutos.

Edward daba las gracias a que era domingo, todo el mundo se debía estar preparando para ir a sus respectivas iglesias por lo que sí había un día para que las calles estuvieran vacías y uno tuviera que ser discretos era los domingos en la mañana.

Cuando llego no había nadie en las calles y por lo que parecía tampoco nadie lo observaba desde ninguna ventana, aunque con las chismosas de la ciudad uno nunca sabría si lo estaban observando o no, entro al edificio y subió de dos en dos las escaleras, Cipriano vivía en el último piso el más grande, Al igual que Cipriano en la mansión, Edward no necesitó nunca de una invitación al departamento, él podía llegar e irse cuando quisiera, claro no pasaban tanto tiempo en el departamento como en la mansión por cuestiones de comodidad y espacio, sin embargo, si era una noche de fiestas en la que acaban tan ebrios que tenían que apoyarse el uno en el otro para poder caminar entonces era necesario dormir en casa de Cipriano, aunque siendo justos, Cipriano tomaba muy en serio su trabajo, nunca tomaba alcohol para llegar al borde de no poder ejercer la medicina y no importaba si tomaban en la mansión, en un club, en una fiesta o al otro lado de la ciudad, Cipriano siempre dormía en su departamento diciendo "si ocurre una emergencia sabrán donde encontrarme" y aunque Edward no recordaba ninguna situación de emergencia que hubiese requerido los servicios de Cipriano sabía que si se le preguntaba a cualquier persona en la ciudad por Cipriano en pasada las 00:00 diría sin dudar en su apartamento en el centro de la ciudad porque no había ni un alma que no supiese que Cipriano dormía en su casa, las únicas variantes era cuando se encontraban de fiestas y aun así él era como un abuelo siempre terminaba las fiestas más temprano que otros jóvenes solteros.

Edward llamó a la puerta, pero nadie respondió, giro la perilla y se dio cuenta de que esta estaba abierta, entró con sigilo:

-Priano -llamó a su amigo, pero no obtuvo respuesta, había sido una noche larga, sabía que su amigo estaría durmiendo en el sofá y que seguramente Lia estaría durmiendo en su cama, no le preocupaba que hubiese pasado algo anoche, Hasta donde sabía Cipriano odiaba a Amelia y ella tampoco se había esmerado para hacerlo cambiar de opinión, aunque a pesar de su odio para Edward y posiblemente para cualquiera que tuviese ojos el odio que decían tener disfrazaba una atracción muy fuerte, era como si ambos hubiesen nacido para estar juntos, pero lo negaban fervientemente, Amelia era inteligente, extrovertida y no dudaba en dar un abrazo si veía que la situación lo ameritaba y Cipriano podía ser encasillado en la faceta de antipático y reservado sin dudarlo, pero si lo conocías a fondo era una persona tímida pero con un carácter fuerte

Al llegar al sofá Edward no supo qué pensar, si usar su voz de conde y comenzar a vociferar o simplemente buscar un balde con agua helada (preferiblemente con nieve adentro) y echarlos encima.

Amelia y Cipriano se había arreglado para dormir en el sofá los dos juntos, uno al lado del otro, con las piernas entrelazadas y con sus rostros demasiado cercas el uno con el otro "por lo menos uno de ellos está vestido" pensó Edward al ver que Cipriano todavía llevaba la ropa con que había ido a verlo el día anterior, Amelia utilizaba una camisa de hombre, pero nada más, Edward decidió tomar la situación con calma, se acercó a la chimenea que tenía un fuego que estaba a punto de apagarse y sacó un habano del bolsillo de su abrigo y lo encendió con el fuego casi extinto, se puso el cigarro en la boca mientras volteaba para ver al par babeando el uno encima del otro y preguntando cuál debía ser su siguiente paso, boto el aire del cigarrillo y la enorme bola de humo se esparció por la habitación.

En este punto ya Edward se había resignado en que Amelia no era una dama de su época y aunque la reprendiera ella seguiría actuando de manera tan liberal como lo hacía desde el primer día, Edward se sentó en uno de los sillones individuales cerca del sofá, obviamente todavía estaba experimentado los efectos de haber tomado tanto alcohol la noche anterior:

-¿Entonces cuándo será la boda? -Trato que su tono de voz fuese lo suficientemente fuerte para despertarlos a ambos, pero lo suficientemente bajo para que nadie fuera del departamento fuese capaz de entenderlo, también buscaba sonar completamente serio aunque en realidad se estaba resignando a que mientras Amelia estuviese rodeada de pretendientes existirían estas situaciones incómodas

Amelia y Cipriano se levantaron sobresaltados, Cipriano que era el que estaba del lado del borde del sofá se cayó de este aterrizando en su trasero sin la menor gracia posible, Cipriano miro a Amelia y ella a él, no se dignaron a mirar a Edward:

-¿tú y yo no…? -Preguntó Cipriano sonrojado y Edward se sorprendió al ver ese color sonrojado en su amigo, lo conocía de toda una vida y en toda esa vida nunca lo había visto con un tono tan rojo en su rostro

-No… -dudo Amelia -Nos quedamos dormidos, eso es todo -Dijo finalmente completamente convencida

-Me alegra saber que están de acuerdo en algo tan importante como acordarse de con quien se hace el amor-Ambos sintieron un escalofrío subirles por la espalda y dirigieron su mirada a Edward, desde la perspectiva de ellos, Edward parecía un gigante enojado y ellos sabían que tenía toda la razón de estarlo

-Querida prima, te ruego que te vistas -Dijo Edward con una voz tranquilizadora y Amelia se paró y se fue hasta el cuarto donde había dejado el vestido de la noche anterior

-no es lo que piensas -se apresuró a decir Cipriano

-sé que no pasó nada, pero si alguien se entera de que Amelia pasó la noche acá no será bueno para nadie -suspiro -Creo que deberías alejarte de Amelia por estos días...

Cuando Amelia estuvo vestida y después de una breve, pero potente discusión que terminó con Edward diciendo "Bien, vete, pero no esperes que te deje poner un pie en mi propiedad de nuevo si te vas" ella no tuvo otra opción que marcharse con Edward

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