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La Llave En El Lago

Capítulo 40:

Cipriano y Edward estuvieron hablando de lo ocurrido con el padre del primero en la mañana, Cipriano se encontró conmovido por las preocupaciones de su amigo hacia él, pero después de asegurarle que estaba bien, Edward lo observó muy serio y le dijo:

-le he dicho a Amelia que si desea quedarse y contraer nupcias yo la apoyaría -Cipriano que estaba tomando una copa de whisky que su amigo le había compartido sintió que se atragantaba

-te he dicho que ella solo quiere estafarte -Últimamente Cipriano no pensaba lo mismo, pero cuando escucho eso pensó que al fin la joven había encontrado al hombre perfecto para estar

-Me ha dicho que no -le interrumpió Edward -y se lo he ofrecido yo

-¿por qué le ofreciste algo así?

-Por ustedes -la respuesta sorprendió a Cipriano - quería que supiera que si elegirte a ti era una opción

-de qué rayos hablas -Cipriano parecía molesto

-los he visto, sé lo que sienten, pero ambos son tan tercos y tontos que lo siguen negando

-Hablando de tercos y tontos… -Para Cipriano sus sentimientos no estaban del todo claros por lo que era mejor desviar el tema hacia otra parte -¿te diste cuenta de que el vizconde tiene intenciones de cortejar a Olivia? -Edward se quedó mirando su copa de whisky mientras pensaba claro que se había dado cuenta, no era idiota, pero seguía pensando que Olivia no lo perdonaría jamás y ¿cómo podría casarse con una mujer que lo odiaba? Suspiro y tomo un trago “hoy también me emborracharé” se dijo a sí mismo con determinación

-Vamos a beber -fue la respuesta que logró decirle a Cipriano después de un rato de un silencio incómodo

-Espera… tu cochero puedo llevarme ¿Cierto? -Cipriano recordó que el cochero que le hacía transporte se había ido, ya que quería pasar las fiestas con su familia él planeaba regresar con el vizconde, pero luego del rechazo de Amelia decidió que era mejor preguntarle a su Amigo

-Oh tendrás que quedarte -le dijo Edward con una sonrisa -le di la noche libre a mi cochero para celebrar las fiestas -El doctor vio por la ventana del gran salón era una de esas noches donde nevaba y hacía más frío, Amelia había podido caminar hasta la ciudad, sin embargo, él no estaba seguro de hacer esa gran hazaña, suspiro para sus adentros, bueno igual nunca nadie lo necesitaba bien podría disfrutar de la fecha…

-¿Por qué siempre terminamos de la misma manera? -le dijo a Edward mientras lo ayudaba a recostarse en su cama y le quitaba las botas, tal vez era la costumbre, pero Cipriano nunca tomaba para emborracharse y esta vez no fue la excepción

-Creo… habitación… pasillo -Edward balbuceaba casi de manera inaudible, pero por lo que entendió su amigo le trataba de indicar que la habitación frente a la escalera podía usarla -cualquiera -dijo su amigo al final, la mansión tenía más habitaciones de las que Edward pudiese necesitar alguna vez, pero lo cierto era que las de la planta baja era usadas por la servidumbre, las de arriba en su mayoría estaban desocupadas para invitados especiales y las del tercer piso estaban las del conde, la condesa y sus hijos por lo cual el tercer piso donde dormía Edward era básicamente un piso donde solo vivía él, así que tal vez sus intenciones eran mandarlo a dormir en el segundo piso en cualquier habitación desocupada

-Está bien -le respondió mientras cerraba la puerta…

“¿Ya se habrán ido todos a dormir?” Se preguntaba Amelia mientras daba vueltas en la cama, no podía dormir pensando en su familia, del futuro donde ella provenía ni siquiera estaban cerca de las fechas decembrinas por lo que técnicamente sus padres no pasarían una navidad sin ella, pero se imaginaba la desesperación tan grande que debían estar sintiendo sin saber dónde estaba su única hija.

“Necesito hacer algo” se dijo mientras se paraba de la cama, ella siempre había sido así, si no podía dormir entonces necesitaba urgentemente hacer algo, cuando comenzó a vivir con Erick, a veces él se levantaba a medianoche a tomar agua y se encontraba con Amelia redecorando la sala o haciendo una limpieza profunda en la cocina, sin embargo, cuando comenzó a notar que esto le molestaba a él y que prácticamente la arrastraba hasta la cama para que ella intentara dormir, ella dejó de hacerlo, pero aun así se quedaba despierta toda la noche mirando al techo y deseando por lo menos hacer algo, pero ahora Erick no la detendría, sintió sus pies descalzos en la madera fría del piso ¿tal vez podría reorganizar los libros de la biblioteca? Sonrió ante la idea y se salió de la habitación enseguida.

Cipriano sabía perfectamente en qué habitación se encontraba Amelia así que se decidió por la habitación más lejana de ella, sin embargo, cuando estaba a punto de abrir la puerta la vio aparecer como un ladrón… no “como un fantasma” pensó él, ella lo miró sorprendida al darse cuenta de que él estaba al otro lado del pasillo, “tal vez debería entrar a la habitación” se dijo, pero, en cambio, con se acercó camino hacia ella y ella hacía él encontrándose frente a la escalera:

-¿Qué haces despierta? -le pregunto, pero ella se llevó la mano a su boca para señalar que hiciera silencio y la situación le recordaba a niños haciendo travesuras, solo él tenía un candelabro con una vela casi extinta para iluminarlo a ambos, Amelia pensó que era digno de una escena de una película aunque no sabía decir si una romántica o de terror, ya que la iluminación se prestaba para ambas situaciones

-hablas muy alto -respondió entre susurros -vas a despertar a toda la mansión -él asintió -yo no podía dormir así que pensé en bajar a la biblioteca ¿tú que haces acá?

-No tenía quien me llevara hasta la ciudad y por difícil que parezca hay quienes prefieren no caminar bajo la nieve -Cipriano se había inclinado solo un poco para que Amelia pudiera escuchar mejor lo que estaba susurrando, ella se sonrojó un poco por lo clara burla hacia ella y Cipriano se sonrojó pero por otra razón

Al inclinarse había bajado solo un poco la mano con la sujetada el candelabro y noto que Amelia tenía un camisón de color crema, aunque a diferencia del otro camisón que se le transparentaban los pezones este camisón no, sin embargo, pudo notar la dureza de los mismos, debía ser por el frío claro, pero la repentina visión lo había hecho sonrojar y ser más consiente de la situación, así que trato de fijar su vista a su cara y la cosa fue a peor…

Amelia los miró con sus enormes ojos grises y lo invitaban a no apartar la mirada de ellos, sin embargo, sus labios en forma de corazón lo invitaban a besarla, “tal vez he tomado más de lo que he creía” se reprochaba Cipriano cuando el torbellino de pensamientos le indicaba que debía besarla.

La escasa luz le ocultaban la mitad del rostro a Cipriano, sin embargo, Amelia pudo distinguir la expresión de su rostro, que si bien no le aclaraban los sentimientos de él, si le expresaba sus pensamientos y al darse cuenta de que eso era lo que ella también quería, se alzó de puntillas para que pudiera alcanzar sus labios… lo besó.

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