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La Llave En El Lago

Capítulo 41:

Amelia no sabía que deseaba besar a Cipriano hasta que lo tuvo tan cerca, ella se permitió olvidar solo por un segundo a Erick y a Edward, un pequeño beso no podía ser tan grave o ¿si?... El beso fue apenas un pequeño y suave roce, pero ambos sintieron como el calor que se había posado en sus labios solo por un segundo les había calentado todo el cuerpo, el corazón les latía con mucha fuerza y rapidez haciéndolos sentir más vivos.

Cipriano si sabía lo mucho que deseaba besar a Amelia, lo sabía prácticamente desde que la había conocido, pero ella era la persona que estaba manipulando a su amigo y no podía permitirse tener algún tipo de sentimiento hacia ella por lo que había tratado de enterrar esos sentimientos, sin embargo, esos enormes ojos grises y ese aroma a frutas lo estaba volviendo loco y es simple y ligero beso era como si hubiese posado sus labios en las nubes, esos labios se sentían como el paraíso, sus labios eran deliciosos y él quería más...

Ambos se miraron en silencio, ella que todavía tenía su rostro a pocos centímetros de él suyo, “tú no eres así” pensó Cipriano viendo que ella tenía una expresión tímida e insegura, lo veía como preguntándole ¿te gusto que te besara? Sin embargo, ella no se animaba a formular la pregunta, él decidió responderle esa pregunta con un beso más largo y apasionado, al principio se sentía torpe, pero con rapidez se fue transformando en un apasionado beso con lengua, sus cuerpos se fueron acercando poco a poco hasta quedar tan juntos que podían sentir el corazón acelerado de cada uno, si hubiese era un beso de película y el momento se sentía mágico, era como si estuvieran hechizados el uno por el otro.

No podían dejar de besarse y como ambos sabían que si alguien los encontraba en ese preciso momento se meterá en graves problemas, Cipriano se armó de valor y preguntó algo que nunca pensó que le preguntaría a una mujer en una mansión que ni siquiera era suya:

-¿Quieres acompañarme a mi habitación? -Ella miró solo un segundo y asintió, Amelia se sentía embobada por sus besos, como Cipriano no tenía una habitación en realidad, abrió la primera puerta que encontró, una vez dentro ambos se miraron sin saber qué hacer en realidad.

-tal vez debas dejar eso -Dijo Amelia mientras le quitaba el candelabro a Cipriano de las manos y con un soplido apagó la vela

-Lo siento… -Cipriano no sabía que debía hacer ahora ¿debía volver a besarla o debiera hablar de los besos de hace un momento? Quizás no debía haberla invitado -tal vez debamos…-Amelia tampoco sabia que debían hacer, pero si sabía lo que quería hacer

-oh cállate -le dijo mientras ella se acercaba a él y lo besaba apasionadamente

Cipriano sabía que necesitaban parar, no era correcto lo que estaban haciendo, él no planeaba desposar a esa mujer y sabía que si alguien se enteraba sería un escándalo aparte ella el 99% del tiempo era grosera e irritante, sin embargo, sus labios suaves y su deliciosa lengua provocaba en él una irracionalidad que no sabía que poseía, con un solo beso de esa mujer era más que suficiente para volver loco al más cuerdo de los hombres.

Los besos fueron poco a poco escalando en caricias y más libertades, él comenzó a besarle el cuello, ella sonó un gemido ahogado, “eso le gusta” pensó Cipriano mientras besaba su cuello, ella posó su mano en su cabeza y con la mayor de las delicadezas le dio a entender que podía bajar más, sin embargo, él volvió a subir con sus labios para seguir besándole la boca, sin embargo, Cipriano no se limitó con sus manos, sus manos las puso en la zona de los glúteos y poco a poco fue subiendo el camisón:

-¡No tienes ropa interior! -le susurro él sorprendido, no esperaba que ella estuviese completamente desnuda debajo de ese camisón, no obstante lo agradeció porque le encantaba la suavidad de su piel y lo firme de sus glúteos.

-no me gusta dormir con ropa interior -admitió ella mientras se ponía casi tan roja como un tomate, Cipriano vio a de reojo la cama de la habitación y se le ocurrió algo

-Voy a alzarte, por favor no grites -Esto había pasado los límites de la decencia y si ella gritaba de sorpresa y alguien la escuchaba sería terrible para los dos, ella asintió, él la levantó y ella le enredó las piernas alrededor de la cintura

Él se sentó en la cama y ella quedó encima de él, los besos apasionados no se detuvieron, ambos se estaban desbordando por la excitación. Amelia podía sentir la dureza de la erección, “es grande” pensó mientras se sonrojaba, él notó que ella se había percatado de la dureza de su miembro:

-Lo siento -dijo avergonzado, ella sonrió con confianza y con un movimiento ágil se quitó el camisón, ella se había quedado completamente desnuda frente de él.

El trago saliva, estaba sin habla, a pesar de la oscuridad podía observar cada centímetro de su suave piel “es una diosa bajada desde el mismísimo cielo” pensó Cipriano, ella le comenzó a quitar la camisa, él retomó los besos y muy pronto bajo a sus senos…

Ella gimió mientras trataba de observar el cuerpo de su compañero, la posición no favorecía su visión, sin embargo, sabía que el doctor no tenía el cuerpo fitness de su exnovio, pero de todas maneras este no se encontraba en mala forma, Amelia se sintió un poco audaz así que bajo su mano y comenzó a acariciar la entrepierna, él gimió, le gustaba lo que ella estaba haciendo.

Sin embargo, Amelia recordó lo que había dicho Edward sobre el duelo y se detuvo de inmediato y vio a Cipriano asustada y él también reaccionó ambos pensaron al mismo tiempo “¿Qué diablos estamos haciendo?”

-Debemos parar -dijeron casi al mismo, Amelia se bajó de encima de él aunque se habían detenido de una manera tan anticlimática él seguía teniendo la erección, el noto que ella lo seguía observando y se sonrojó

-Por favor no me veas así- dijo mientras trataba de taparse con la esquina del cubrecamas

-tú no me veas a mí -respondió ella, cuando se dio cuenta de que él también le miraba los senos, él le alcanzó el camisón y ella se lo puso -Creo que esta de más decir que esto no ocurrió

-¿Qué no ocurrió? -Respondió él en señal de que estaba de acuerdo con lo que ella dijo, Amelia sonrió y salió de la habitación con rapidez, ella no confiaba en su autocontrol ella quería más, pero recordaba lo que Edward le dijo sobre los duelos y ella no quería que nadie muriese por una aventura de una noche

Cipriano se recriminaba a sí mismo por lo ocurrido, sin embargo, en el fondo sabía que le había gustado, que había disfrutado cada beso, de su lengua y de su piel suave y cálida, todavía podía sentirla encima de él y por cada beso que recordaba era alargar su estado un poco más, cuando se dio cuenta de que la erección no bajaba por sí sola a pesar del frío no le quedó más remedio que aliviarse el mismo...

Amelia regresó a su habitación, ella había salido con la misión de relajar su mente, sin embargo, había creado más tempestad de la que había podido aplacar, no era tan hipócrita consigo misma para fingir que no le había gustado lo que había pasado, le había encantado y no iba a disimular que no, pero al mismo tiempo se comenzó a sentir como una infiel, era ridículo el sentimiento y ella lo sabía, Erick había sido el único adúltero en su relación, pero ella todavía no había podido superarlo, pensaba en él todas las noches y se preguntaba qué pasaría cuando regrese, tal vez cuando regresara él ya estaría viviendo con aquella mujer...

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