Modo oscuro
Idioma arrow_icon

La Llave En El Lago

capítulo 50:

Una hora más tarde Amelia luchaba con la montura de una yegua que según Edward y el encargado de los caballos era la más mansa del establo, sin embargo, Amelia tenía miedo de caerse y este miedo lo sentía el animal, sin embargo, poco a poco la confianza entre ella y el animal fue creciendo:

-Te dije que era fácil -Le dijo él a Amelia

-Agradezco que no lo tenga que hacer con vestido -dijo ella que no parecía tan convencida como el de lo fácil que había sido

-¿Crees que puedes ponerla a trote?

-No lo sé -dijo ella sinceramente

-¿Qué te parece si vamos a recorrer el terreno?

-¿Sin correr? -preguntó ella, Edward hubiese querido correr, pero sabía que Amelia no tenía experiencia.

El paseo era agradable, sin embargo, rápidamente pasó a hacer una muy mala experiencia para Edward, en una de las rutas que Edward y Amelia habían tomado se encontraron con una ruta llena de árboles y ramas muy bajas, Amelia con su poca experiencia le costaba maniobrar al animal, Edward decidió bajar de su caballo para guiar ambos caballos lejos de esta área, sin embargo, Amelia también trato de bajarse sin ayuda lo que hizo que se cayera del caballo, Amelia cayó encima de sus nalgas por lo que no se lastimó seriamente, sin embargo, el dolor era tal que no creía que pudiera levantarse:

-¿Te encuentras bien? -a Edward le comenzó a temblar todo el cuerpo ella lo miraba con una cara de dolor pero finalmente le dijo

-Estoy bien, pero de momento creo que no podré levantarme

Edward no sabía que hacer, él al contrario de Cipriano no sabía que hacer cuando alguien se encontraba lastimado...

Amelia sabía que era un accidente leve y que no era algo de lo que preocuparse, sin embargo, Edward estaba tan asustado que una vez Amelia aseguró que podía pararse la llevó directamente a la mansión y mandó a llamar a Cipriano con urgencia.

Cipriano había mantenido su distancia, él se sentía estúpido ¿qué lo había llevado a acostarse con esa mujer? Se respondía con un “estaba vulnerable”y en parte eso era cierto, pero en el fondo de su corazón sabía que él la deseaba, su olor lo hacía reaccionar y aunque se sentía mal consigo mismo por haberse dejado llevar por sus deseos de esa manera aun así no podía negar que lo había disfrutado, había cumplido todas las fantasías que había dejado correr semanas antes de su encuentro e incluso había cumplido fantasías que ni siquiera él sabía que tenía.

Al otro día de su encuentro Cipriano supo rápidamente que habían hecho mucho ruido, los rumores parecían correr muy rápido como le había dicho una vez a Edward cuando uno es el protagonista de un rumor era el último enterarse de dicho chisme, sin embargo, y tal vez debido a que se encontraba ya alerta por lo que había pasado con su padre y Edward las semanas pasadas él pudo saber desde un primer momento que el rumor estaba andado.

Pero por fortuna nadie se ponía de acuerdo en saber quién era la amante, finalmente con la mayoría de las personas creyendo que se trataba de una prostituta, el chisme murió casi tan rápido como nació, aunque algunos de sus pacientes lo seguían viendo con curiosidad e incluso algunos parecían estar evitándolo:

-Lo noto distraído -Comentó el vizconde navarro

-No, solo estoy tratando de escuchar mejor -respondió Cipriano, mientras golpeaba un poco con sus dedos sobre el pulmón y escuchaba, lo cierto era que sentía que los pulmones estaban muy dañados y había sido un milagro que a pesar del invierno el vizconde no hubiese sufrido un ataque grave de tos, aunque el joven Cipriano se negaba a reconocer la gravedad de la enfermedad de un hombre incluso más joven que él sabía que el doctor en él sabía que estaba en una situación bastante grave.

-¿Sabe que decidí dejar de cortejar a la señorita Amelia? -dijo de repente el vizconde, Cipriano sintió un nudo en la garganta y temió que el vizconde supiera de la verdad de lo ocurrido el domingo

-No lo sabía -Respondió tratando de sonar calmado

-Si ella es una mujer increíblemente bella, simpática e inteligente, pero ella no quiere casarse por conveniencia

-¿Entonces busca casarse por amor? -La idea le pareció extraña tomando en cuenta lo que había estado pasando -¿Sigues planeando casarse por conveniencia?

Pero no hubo tiempo para escuchar la respuesta un muchacho no mayor de doce años y al cual podía reconocer como empleado de la mansión Wilson entró tan pálido y tembloroso que parecía como si el fantasma de un antiguo conquistador se le hubiese aparecido y amenazado de muerte.

Al niño le tomó un minuto poder calmar su respiración y poder fórmula una palabra, a ese punto Cipriano también sentía que comenzaría a hiperventilar y en su mente ya habían pasado una serie de cosas espantosas que pudo haber pasado y por la cual mandaron a un niño a buscar a un médico:

-La señorita Amelia se cayó de un caballo-dijo finalmente con dificultad

El vizconde que aún se encontraba sin camisa y el doctor se vieron mutuamente y ambos sin dudarlo decidieron ir directamente hasta la mansión, el vizconde se ofreció a llevarlo en el coche que lo esperaba afuera del consultorio y Cipriano aceptó sin dudarlo, eso era más rápido que buscar su propio caballo o a el cochero con quien tenía su arreglo personal, el chico se fue a caballo hacia la mansión con una increíble rapidez para avisar que el doctor y el vizconde se encontraban en camino.

Cuando ambos llegaron se encontraron a Edward caminando de un lado a otro en la entrada principal de la mansión y Cipriano supo que tenía que ser muy grave:

-Se cayó Priano -a Cipriano le pareció que Edward estaba al borde de las lágrimas

-¿Dónde se encuentra? -el vizconde apenas se estaba bajando del coche, pero ya Cipriano y Edward se encontraban dentro de la mansión -¿es muy grave?

-No, no lo es -Respondió la mismísima Amelia que estaba parada en lo más alto de la escalera doble, Cipriano aunque aliviado se sentía enormemente confundido -Me caí bajando del caballo, pero ya estaba más abajo que arriba y le dije mil veces a Edward que me encontraba en perfecto estado-explicó ella, Cipriano fulmino con la mirada a Edward y se culpó a sí mismo de pensar que había sucedido algo muy grave, él conocía la tendencia de Edward de exagerar en algunas situaciones y en otras quedarse tan atónito que no hacía nada

-Me alegro de que se encuentre bien -dijo el vizconde con un ataque de tos -nos preocupamos al saber de su caída

-Igual deberías revisar -dijo Edward que aún parecía querer llorar aunque se podía sentir cierta hostilidad hacia el vizconde, Cipriano miro fijamente Amelia, su corazón palpitaba rápidamente, aunque no sabía si era por estar en su presencia o por el reciente susto

-Si es lo que la señora desea

-Puede si eso hará sentir mejor a mi primo

Una vez en privado, Amelia tuvo que explicar cómo había caído y donde se había lastimado, pero una vez que Cipriano alzó la falda para vez la zona pudo ver exactamente cuánto daño se había hecho, el doctor tragó saliva, pensando que hacía muy poco había tenido la oportunidad de ver, tocar y lamer sus glúteos que le parecían perfectos, sin embargo, ahora estas se encontraba con enormes morados que se extendían hasta su espalda baja:

-Parece todo estar bien a pesar de esos morados -Dijo finalmente - te dolerá al sentarte y por un tiempo, pero no creo que sea algo grave, puedo recomendarte un ungüento -Amelia lo miraba fijamente

-Está bien -dijo -Supongo que podemos salir ahora -Ella se paró y se aseguró que su falda estuviese bien puesta

-Antes de salir -Dijo él poniéndose de pie, se acercó a ella y le colocó su mano debajo de la barbilla para subir levemente el rostro y que pudieran mirarse cara a cara -tal vez escuches un par de rumores, pero quiero que sepas que no era mi intención que esto se esparciera pero no debes…

-ya los escuché, la gente cree que es una simple prostituta no debes preocuparte por eso -dijo ella -de igual manera creo que me iré pronto

-¿Qué?

-ya te dije que soy del futuro

-Otra vez con esa tontería… -gruño Cipriano y ella se apartó de él

-¿Por qué eres tan malditamente terco?

Antes de que ambos se dieran cuenta ya iban por el pasillo insultándose y llamándose de todo, el vizconde que había escuchado una cantidad razonable de insultos salir de boca de Amelia se sintió escandalizado, pero no le sorprendía, ella no era como las otras mujeres, Cipriano y Edward parecieron hacer las paces con un par de miradas silenciosas mientras el vizconde que ya no quería a Amelia como esposa, pero si como amiga le prometió que volvería muy pronto para jugar ajedrez.

copy right hot novel pub

Comentar / Informar problema del sitio