Sus ojos veían sus manos sobre sus piernas, recordaba las situaciones por las que estaba en ese estado actualmente.
Había llegado a ese lugar donde era prácticamente una prisión para personas inocentes, que servían de soldados junto a su poder a un hombre que no buscaba más que guerra y dejar los lugares en desolación.
—Lo lamento tanto —Dijo su mejor amiga, ella la observo y vio a su lado a su pareja la cual tenía su vista puesta en otra cosa.
—Yo lo siento... por no decir quién era y por irrumpir de forma...
—Ya basta. —Cortó ella, la manta que tapaba su cuerpo fue apretada de los bordes por sus manos. —No había razón de mis arranques, nadie tiene la culpa de esto, solo él y yo quienes éramos los dueños de la relación. Nos faltó confianza y también comunicación, es todo, nadie tiene que disculparse por nada. —Hades quien se encontraba tras ella de espaldas volteó sorprendido.
—Te dejaremos descansar —Escucho decir a Liz, las palabras que habían salido de los labios de la omega parecían haber sido suficientes, no había que agregarle nada más. Liz miró a Eda quien asintió rápidamente y se acercó a ellos, saliendo juntos de la casa.
Un silencio se creó entre ambas personas, pero al ella levantarse y sus ojos chocar sus miradas lo habían dicho todo y era más que suficiente, sus palabras no podían salir, el vaso de agua que estaba sujeto en las manos de aquel alfa. Ella fue quien fue hasta él y tomo su rostro entre sus manos acercando su rostro al de ella.
La manta que cubría su cuerpo desnudo desapareció, las feromonas de la omega fueron liberadas encendiendo un poco más a su alfa, a quien la haría sentir el paraíso después de tanto infierno, como solo él podía hacerlo, no le importaba pensar, ni hablar, solo deseaba que sus cuerpos se dijeran de cerca cuanto se extrañaban.
El gruñido de su alfa al oído al volver estar dentro de ella hizo que jadeara victoriosa por ello, recordó los besos de Sky, y supo en ese mismo instante que por más que lo podía intentar nadie podría hacerla sentir como él lo hacía. Ella lo sabía, sabía muy en el fondo que nadie podría lograrlo.
Era suficiente una mirada, un roce, un beso... justo como pasaba en ese momento, sus labios iban a un compás tan perfecto, que temían quedarse de forma eterna enlazados, el vaivén perfecto de sus caderas, sus miradas fugaces que cargaban con pequeñas sonrisas.
—Sé lo que estás pensando y...copy right hot novel pub