Todo permaneció en total calma por días, mi relación con Nia había vuelto a ser casi la misma de siempre, no confiaba en ella tanto, pero tampoco era como para sentir alguna clase de rencor con lo ocurrido.
Después de todo, cualquiera se podía equivocar y yo no era nadie para juzgarla por sus decisiones, además, sabía que las cosas se podían solucionar si ponía de mi parte al igual que ella.
Mi estado mental, gracias al cielo, había estado bastante estable los últimos días, ya que Jack había optado por dejarme tranquila.
No había aparecido ni una sola vez desde el incidente, así que había regresado a la absoluta paz de mi vida, salvo porque aún tenía que hacerme cargo de los internos, pero al menos ya comenzaba a acostumbrarme a ello.
Poco a poco la alegría volvió a mi rostro, dado que no le veía la cara a Jack cuando iba a la cafetería, ni mucho menos se dignaba a aparecer en el hospital sólo para cabrearme y tampoco se cruzaba en mi camino al estar desprevenida.
En pocas palabras, el presidente del imperio Jackson había entendido que era hora de pasar la hoja a lo nuestro… o eso era lo que esperaba que hiciera.
Esperaba que fuera eso, ambos teníamos una vida que podía seguir perfectamente su curso, sin vernos involucrados de otra forma que no fuéramos jefe-empleada.
Aquel miércoles después de charlar con Nia en su consultorio, había logrado escabullirme de emergencias a tomar un breve descanso en las residencias.
Me metí en una de las tantas habitaciones del edificio F para acto seguido tirarme en la cama, dispuesta a dormir plácidamente.
Sentía volar en mis sueños y el viento despeinar mi cabello, sin embargo, escuché la puerta chirriar al abrirse. Me desperté de sopetón, encontrándome con Jack entrando de puntitas a la estancia.
Intentó cerrar la puerta sin hacer mucho ruido y en el momento en que me dio la espalda, me levanté de un salto para lanzarle uno de los libros que estaban sobre la mesa a su cabeza, dando en el blanco sin mucho esfuerzo.
—¡¿Qué demonios haces acá?! —gruñí histérica, lanzándole todo lo que encontraba a mi paso.
Este intentaba esquivar mis ataques sin mucho éxito, quejándose adolorido cada vez que algo le caía encima.
—¡Oye! —rugió intentando aproximarse a mí. Echando chispas por los ojos, levanté otro pesado libro, dispuesta a lanzárselo a la cara, sin importarme en lo más mínimo cuánto daño le hiciera, no obstante, él fue mucho más rápido. Me agarro de las muñecas, impidiéndome cualquier movimiento—. ¡Cálmate, sólo quiero hablar!
—¿Entonces por qué entras como un ladrón?
—Pensé que estabas dormida, no quería despertarte… —susurró, soltándome lentamente de su agarre, con la esperanza de que no lo golpeara por enésima vez.
Lo escudriñe de pies a cabeza, desconfiada de sus palabras, ya que esa sonrisa torcida sobre su rostro ocultaba algo, que sus ojos me confirmaron cuando los apartó en el instante en que se cruzaron con los míos.
—Jack —me crucé de brazos.
—De acuerdo, sólo quería estar un rato contigo, quería dormir a tu lado, ¿contenta?
—Vete, Jack —refunfuñé, señalando la puerta con uno de mis dedos, esperando que no pusiera resistencia a ello o tendría realmente que sacarlo a patadas de allí.
—Lucy, por favor —murmuró con una expresión decaída, que me dejó sin respiración por unos breves segundos—. Prometo no hacer nada que no quieras, sé que es difícil creer en lo que te digo, pero no volveré a hacerte daño. Por favor, confía en mí.
Me mordí el labio inferior, nerviosa de aceptar lo que me pedía, por mi cabeza vagaba todo lo que había escuchado en la grabadora de Nia, junto con lo que había leído y vivido en los últimos días, por lo cual era bastante confuso tomar una sabia decisión.copy right hot novel pub