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Mi Jefe Y Yo

27. Y nada más que la verdad

No quise seguir escuchando más, sabía que había sido suficiente, además, espiarlos no era algo correcto de mi parte.

Me di la vuelta con mis piernas temblorosas y caminé sin rumbo con mis manos heladas en los bolsillos de mi bata, sentía mi corazón acelerado y la tristeza correr por mi venas.

Era cierto, sencillamente el destino nos juntaba para separarnos, porque de alguna forma, podía ver que no lo lograríamos por mucho que lo intentáramos, simplemente no estábamos destinados a estar juntos. No obstante, así como sabía nuestra cruel realidad, estaba segura de que Jack no se rendiría, porque él era esa clase de persona que no importaba los obstáculos, si quería algo, lo conseguiría a toda costa.

Me detuve en un pasillo desolado, ese donde estaba ubicada la dispensadora de jugos, introduje un billete con cierto desgano y compré el primero que vi, importándome muy poco si el sabor me llegaría a gustar o no. Al tenerlo en mis manos, le clavé el pitillo a la peculiar cajita, para acto seguido dejarme caer en la silla más cercana, sintiendo como el sabor a mora invadía mi boca, junto con mi cabeza llena de pensamientos revueltos.

Al acabar el jugo en cuestión de minutos, me puse en pie dispuesta a botarlo en la papelera, sin embargo, mi cuerpo se congeló en medio del pasillo cuando vislumbré el cuerpo apresurado de Jack aproximándose en mi dirección. Me tomó entre sus brazos de inmediato, estrechándome con tal fuerza que sentía mis pulmones quedarse sin aire, pero era soportable.

Se apartó un tanto para observarme a los ojos, permitiéndome divisar esa pesadumbre en su expresión, esa aflicción por saber lo que realmente había ocurrido y probablemente se sentía un idiota por los tratos viles que me había dado al principio de nuestro reencuentro, sintiéndose un inútil en gran medida por no haber podido detener a su madre cuanto antes de arruinarnos la vida.

En ese instante, cuando percibí tanta amargura en su interior, no pude soportarlo más; me puse de puntitas, enredando mis manos en su sedoso cabello y atrayendo su rostro aún más a mí. Él se dejó hacer con una leve sonrisa y en silencio le di un casto beso que me correspondió sin vacilar, acercó mi cuerpo al suyo, proporcionándome ese calor arrollador que invadió todo mi ser.

Lo amaba, nos amábamos más que a nada en el mundo.

—No debiste ocultármelo —susurró en mi rostro, invadiendo mis fosas nasales con su dulzón aliento, sin temor alguno deslicé mis dedos por su suave mejilla, mientras le robaba otro delicado beso.

—Pensé que lo mejor era continuar como estamos, sentía que eras feliz con tu familia y que sólo te lastimaría innecesariamente —suspiré, rozando la punta de mi nariz con la suya, haciéndolo reír por lo bajo con el travieso contacto—. Pensé por días que estar separados por años quizás había sido la mejor opción y que mantenernos así, era adecuado a pesar del dolor.

—Sabes que no íbamos a soportarlo demasiado, Lucy.

—Te amo, Jack —confesé, como tantas veces había deseado cuando lo escuchaba dedicarme esas palabras. Él se quedó mudo frente a mí, nos observamos unos cortos segundos, donde podía ver la sorpresa en sus ojos, fusionada con alegría por rectificarle que aún lo quería—. Realmente te adoro como a nadie en este mundo, te necesito como el oxígeno y te extraño todo el jodido tiempo, eres la única persona en la tierra que me hace sentir mariposas en el estómago y por quien daría incluso mi vida. Tú eres la persona que más me ha hecho feliz en tan corto tiempo, eres el motivo por el que hoy soy una médico, por quien salí del horrendo hueco en el que me encontraba, porque tú lo eres todo para mí. Eres lo que nunca imaginé podría tener y creí haber perdido por completo —tragué saliva, sintiendo mi voz quebrarse por un momento, mis mejillas las sentía arder y mis ojos volverse borrosos a causa de lo que estaba a punto de decir, sentía mi sangre quemando todo a su paso, ante el desconsuelo de que las cosas tuvieran que ser tan complicadas para los dos—. Por ello, no intentemos ir en contra de la marea, Jack, ¿sí? Podemos querernos, amarnos y desear miles de cosas para los dos. No obstante, todo lo que hemos vivido y cada problema tras problema, me aseguran que el estar juntos es nuestra propia perdición.copy right hot novel pub

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