Los zapatos de cuero negro de Lucas pararon delante de Olivia. Sus manos estaban metidas fríamente en los bolsillos del traje. El hombre miró a Olivia de arriba a abajo.
—¿A dónde vas, señora Montenegro?
—A la radio —dijo con calma. Olivia lo miró a los ojos, pero no había emociones en el rostro del otro.
En los últimos dos años, a menudo lo esperaba sola por la noche, pero a veces esperaba hasta el día siguiente y nada, no volvía Lucas.
Más tarde, aprendió a ser más lista y no esperó más. Que volviera cuando le apeteciera, no le insistiría en hacerlo. Como ninguno de los compañeros de la radio quería encargarse del programa que se hacía después de las diez de la noche, ella eligió este horario para pasar la larga noche y contener su añoranza por él.
—¿No te puedo mantener o qué? ¿Necesitas ir a trabajar? —Lucas resopló enojado.
—Lucas, esto no es de tu incumbencia. Solo somos un matrimonio nominal. Después del divorcio, cada uno haremos nuestras vidas, así que claro que tengo que ir a trabajar para mantenerme —Olivia cargó su bolso y salió de la villa.
Ninguno de los dos tomó la iniciativa de mencionar la noticia del periódico.
Sin embargo, sus palabras irritaron a Lucas.
Lucas vio cómo se iba y frunció el ceño.
—Olivia, ¿tienes tantas ganas de divorciarte?
Olivia detuvo sus pasos por un instante. Siempre fue Lucas quien más anhelaba el divorcio, además ese convenio de divorcio llegaba a su correo todos los meses. Podía fingir que no le importaba cada vez que lo veía, ¡pero podía sentir angustia y dolor!
Apretó los puños para decir algo, pero al final solo fueron palabras hirientes.
—Sí, Lucas, tengo muchas ganas de que llegue el día de nuestro divorcio. Espero con ansias el día que Aurora salga de la cárcel y le devuelvas el puesto de la señora Montenegro.
—¡Deja de soñar! Solo yo tengo derecho a mencionarte el divorcio.
¡Lucas realmente quería hacer pedazos a la mujer que tenía delante!
—Olivia, ¡habla! ¿No eres muy elocuente? —Lucas la persiguió por detrás, la agarró del brazo y dijo con saña.
Olivia lo miró y se contuvo las ganas de llorar,
—¿Qué quieres que diga? En este matrimonio, ¿no eres tú quien manda?
Lucas la fulminó con la mirada. Estaba claro que la odiaba, ¡pero realmente no podía hacerle nada!
Olivia aprovechó ese momento, retiró la mano de la suya, se dio la vuelta y siguió caminando hacia fuera.
—Si no volviste para interrogarme, déjame ir. Estoy llegando tarde al trabajo.
Villa Montenegro se encontraba en la zona de villas de la Ciudad S, a veinte minutos andando de las calles de la ciudad.
Olivia avanzó distraídamente con la cabeza gacha, sin notar que un Maybach gris plateado la alcanzaba por detrás.
Lucas estaba sentado en el coche, mirándola a través de la ventana y sintiéndose frustrado.
El hombre aceleró, se detuvo al frente de Olivia e hizo sonar la bocina.
Olivia se sobresaltó por el sonido de la bocina y detuvo sus pasos.copy right hot novel pub