Vanessa, no pudo parar de llorar por lo que le parecieron horas. Un llamado a la puerta la sobresaltó.
-¿Estás allí, Vanessa?- era la voz de la tía Isabella. Contuvo los sollozos y gemidos, no quería que la vieran así. Al no obtener respuesta después de un segundo llamado, la Reina se marchó.
Fue entonces cuando Vanessa, bajó apresuradamente de la cama y le pasó el seguro a la puerta, no permitiría que nadie la viera de aquella manera.
Volvió a acurrucarse en la cama sintiendose insignificante, las palabras de ella realmente la habían herido. Debía ser fuerte, si quería un futuro junto a Nael, debía llenarse de mucha fortaleza.
-Seré fuerte mañana- se dijo entre hipidos- mañana lo seré. Hoy... no puedo.
Aún entre gemidos, se quedó dormida.
Volvieron a llamar unas horas más tarde, logrando sobresaltarla.
-Cariño, soy tu padre... abre la puerta- Vanessa, contuvo un sollozo, le hablaba de forma tan dulce que lograba volver a avivar su sensibilidad. Su padre era el mejor hombre de todos, siempre tan bueno, tan dulce, tan bueno en todo-¿Estás bien, tesoro mío?...¿Te sucede algo?- llevó la almohada a su boca y la sostuvo con fuerza contra ella. Después de dos o tres llamados más, desistió.
Vanessa, saltó fuera de la cama en dirección al cuarto de baño. Cuando encendió la luz y se observó en el espejo, no pudo contener su gemido de terror, su apariencia era peor de lo que hubiese imaginado; sus ojos estaban sumamente hinchados y enrojecidos, al igual que su nariz y mejillas. El rostro mostraba una leve inflamación, y la suave marca roja, prueba de la bofetada recibida. Dirigió sus ojos al brazo, eso no podría ocultarlo, la marca de los femeninos dedos estaban allí sobre su brazo y comenzaba a ponerse morados.
¡Demonios!
Odiaba tener la piel tan sensible.
Comenzó a lavarse la cara con agua fría, buscando refrescar un poco su rostro. Necesitaría colocarse hielo para bajar la inflamación. Tomó una toalla y la mojó de agua fría, volvió a la cama y la colocó sobre su rostro, esperaba poder ayudarlo a deshincharse.
-Vanessa-volvieron a llamar y ella gimió frustrada. No quería ver a nadie- soy Isabella, se que estas allí porque no te encontramos por todo Palacio, Nael esta fuera así que no podrías estar con él porque los asuntos que reclamaron su atención son meramente políticos. Comenzamos a preocuparnos y quiero que sepas que no me iré hasta verte.
-Tía... estoy bien, solo cansada y...
-No me marcharé, Vanessa, así que mejor abre de una vez, no quiero violar tu intimidad y tener que recurrir al juego de llaves.
-Pero...
-Vanessa...
-De acuerdo tía... un momento. - dejó la toalla en la mesita de noche y tratando de acomodar un poco su cabello se dirigió a la puerta. Al abrirla observó a su tía con un hermoso caftan lila- hola.
-¿Qué sucede?...¡Por Alá!, has estado llorando- la tomó de las mejillas y la miró fijamente a los ojos.
-Sólo un poco- una débil sonrisa se dibujó en su rostro.
-¡Un poco!- entró a la habitación cerrando la puerta tras ella- mira nada más tus hermosos ojos, mi niña. ¿Te peleaste con Nael? Si es así no debes preocuparte, los enamorados suelen pelear de vez en cuando, y yo hablaré con él y...
-No he peleado con Nael, estamos muy bien- sonrió y suspiró, odiaba mentir- es solo que tengo una fuerte migraña, he tomado mis pastillas y no ha calmado con nada- su labio temblo- el dolor ha sido tanto que no he hecho más que llorar y...
-¡Oh tesoro!- la estrechó entre sus brazos- las migrañas son horribles.
-Solo necesito descansar, tía.copy right hot novel pub