Todos pudieron notar durante la cena que El Príncipe estaba demasiado callado y pensativo, ni siquiera los intentos de Vanessa lograron animarlo, parecía demasiado ensimismado, demasiado perdido, demasiado... lejano.
Luego de la cena, ni si quiera quiso quedarse a compartir con la familia, sencillamente había dejado un beso en la frente de Vanessa, se había disculpado con todos y se había retirado a sus aposentos.
Vanessa, quedo aún más preocupada cuando no llego a su habitación aquella noche... Algo estaba sucediendo, algo grave, no se atrevía a ir a su habitación, le daría su espacio, lo necesitaba para pensar en aquello que lo perturbaba, pero mañana sin falta hablarían y le ofrecería su hombro, para ayudarlo a sobrellevar cualquier pena.
-Algo le sucede a mi hijo, lo sé - decía la Reina preocupada, acostada sobre su ámplio lecho, con sus largos y dorados cabellos extendidos en la almohada y sus verdes ojos fijos en su adorado esposo.
Zabdiel, por su parte estaba cambiando su caftan por su elegantes pantalones para dormir. Isabella, pudo ver que a pesar de los años el cuerpo de su esposo se mantenía en buena forma, seguía siendo igual de atractivo pero más interesante que cuando lo había conocido. Los años, sin duda lo habían mejorado, de ser eso posible.
-Nael, tiene muchas obligaciones mi señora, sus preocupaciones ahora comienzan, y tendrá muchas más cuando tome el control del Reino.
-Lo sé, pero algo le ocurre, mi amor- lo miro angustiada- conozco a mi hijo, quizás sea la persona que mejor lo conozca. Algo lo perturba en gran manera, ni siquiera Vanessa ha logrado distraerlo.
-Quizás esté así por nuestra conversación de hoy- dijo conteniendo un suspiro. Igual lo sabría y prefería ser él quién se lo dijera. Caminó hasta el lecho y se metió bajo las sábanas, su espalda recostado en el espaldar de la cama, su ámplio pecho desnudo, sus hermosos ojos fijos en su Reina.
-¿Algún problema?
-En realidad no- guardó un minuto de silencio en el que Isabella, comenzaba a impacientarse - la nación Francesa nos ha ofrecido más acuerdos y un respaldo absoluto.
-No veo nada de malo en eso, al contrario; Norusakistan crece y se fortalece, nunca antes había experimentado este auge. Mi hijo no debe preocuparse.- Zabdiel, suspiro.
-Nos ofrecen todo eso... a cambio del matrimonio entre Nael y la señorita LeBlanc.
-Debe ser una broma- Isabella, frunció el ceño- estamos en el siglo veintiuno, no pueden pretender semejante tontería. ¡Nael ama a Vanessa y ella lo ama a el!
-Es lo mismo que Nael ha dicho- aseguro.
-No pueden pretender jugar así con la vida de mi hijo- dijo totalmente alterada- Ese hombre es un demente.
-Lo cierto es que él solo intenta asegurar la felicidad de su hija.
-¿A cambio de la infelicidad de mi hijo?- lo miró con el ceño fruncido.
-Isabella, amor mío, mi señora, ése podría ser un buen acuerdo y ambas partes saldríamos beneficiados.
-¡Debes estar bromeando Zabdiel, No permitiré que mi hijo haga semejante sacrificio!
-Haleine LeBlanc, realmente esta interesada en él - aseguró.
-No me interesa, el corazón de mi hijo tiene dueña.
-No estoy diciendo que Nael deba aceptar, pero en ocasiones los Príncipes herederos, nos casamos por conveniencia.
-No fue tu caso, así que no puedes pretender que tu hijo sí lo haga, eso seria egoísta.
-Yo solo lo estoy sugiriendo, amada mía. Entiéndelo... podríamos perder los negocios con Francia.
-Que se vayan con sus negocios al mismísimo diablo- dijo furiosa.
-¡Por Alá!... no blasfemes, mujer.
-No usaré a mi hijo como pago de una transacción. Ni tú tampoco lo harás- sus ojos verdes ardían en indignación.
-Por supuesto que no, es sólo una sugerencia- se encogió de hombros.
-Tu sugerencia ofende- dijo indignada y Zabdiel, gimió frustrado a la vez que se pasaba las manos por el rostro.
-En ocasiones las obligaciones tienen que ir por encima de los sentimientos- Isabella, no le daba crédito a sus oídos.
-Si para mejorar Norusakistan, hubieses tenido que casarte con Zahra, renunciando así al amor que nos tenemos y llevándola definitivamente a tu vida y a tu lecho...¿Lo hubieses hecho?, ¿Me habrías dejado por ella?,¿Habrías renunciado a nuestro amor?
El corazón de Zabdiel se acelero, sus verdes ojos estaban fijos en el.
Hacía sólo unas horas le había asegurado a Nael que sí lo haría, pero la verdad es que no estaba seguro de haberlo podido hacer.copy right hot novel pub