Cuando la vida te da golpes que no esperas piensas que debes ser fuerte y luchar incansablemente y defenderte de ella.
Esquivar los más que puedas para no ser vencido en el ring de la vida. Yo a diferencia de un boxeador fue construyendo una muralla que me mantenía seguro incluso de mí mismo.
Esa muralla me hizo ser quien no era, un hombre sin sentimientos y sin afectos. Descubrí que era imposible mantener relaciones sólo de piel sin tener que poner en medio posibles afectos. Eso me resultó por algunos años, hasta que conocí a Elena. Fue imposible no involucrarme totalmente con ella, es una mujer mágica y ese tipo de mujeres no se encuentran siempre.
Ya les había dicho que es la mujer perfecta. Sí, lo es. Pero mientras pude descubrirme y sentirme como un ser sensible y emocional, mi comportamiento y cada una de mis acciones eran condicionadas por el racionamiento y la lógica constante.
Sólo cuando podía escribir un poema , salían de mi interior las emociones contenidas, los silencios obligados, las mentiras sostenidas una a otra.
Quería ser un hombre perfecto teniendo el control absoluto en todo lo que hacía y decía. Ya sabía lo que era el dolor desde muy joven y no quería volver a ello.
Me convertí en lo que no era. Me convertí en un ser controlador y manipulador. En un impostor de mí mismo. Aprendí a encubrirme, aprendí a dejar de ser quien era.
Muchas veces en el programa radial en el que participaba con Antonio y Gonzalo, me encubría en el tipo perverso que requería el programa “Sombras de la noche” y así exploraba los lados oscuros de mi ser. Cuando debía seguir el guión lo hacía magistralmente. ¿Acaso era tan pervertidos y malévolo? ¿Por qué me era tan fácil fingirme de esa manera?
Era un estereotipo creado para ser atractivo al público nocturno que desea intensidad y desatar sus demonios. Creo y estoy seguro de ello, que nos complace siempre encontrar un cómplice en nuestras historia. Saber que alguien vibra en tu misma frecuencia y que al igual que tú, puede ser un secuaz perfecto para cumplir nuestros más oscuros deseos.
Me creí perverso y malo. Y lo fui por mucho tiempo. Hasta que esa careta fue cayendo y me dejó ver a aquel niño que sufrió por la ausencia de su padre, aquel chico que tuvo la peor experiencia con una religión, aquel hombre que le gustaba seducir y poseer porque nunca antes había sido aceptado, ni deseado por alguna mujer.copy right hot novel pub