- Sí que son bastantes asqueroso. – dijo Xoé, todavía pegada a la pantalla de su Tablet desde que la había obligado ver un video informativo sobre como el virus había mutado en esta ciudad y las principales medidas de seguridad.
- Podrás verlo en persona ahora. Mantén tu mascara arriba. – dije mientras organizaba las cosas que había traído encima.
La Delief había estado ansiosa por sacarnos ya del edificio y ponernos a hacer algo productivo y Lykar por otra parte había señalado un punto en el mapa de avistamiento y mandado de cacería, sin querer saber nada de nosotros.
Me integré al grupo, ojerosa y agotada solo para escapar de sus mirabas de compasión y su compañía. Prefería que me matara un Rousker en aire libre.
- No me trates como una niña. – me reclamó Xoé con fuerza por quinta vez desde que había empezado a darle ordenes, ordenes coherentes si quería mantenerse con vida. La verdad es que lo hacía porque no podía concentrarme. Había al menos cuatro, o tal vez cinco cuerpos descomponiéndose a 5 metros de donde estábamos paradas, masacrados y con la caja torácica abierta, bullendo de gusanos.
Nuestro líder no parecía importarle, ni importarle mantenernos a la intemperie, siendo azotados por el rudo y revuelto aire de
New York mientras planeaba con su Segunda y Tercera el plan de acción.
- Debes calmarte, fue tu idea venir ¿o no? - me recordó Xoé guardando su Tablet al fin y acercando el arma que había escogido para ella. Una Espiadora de bajo calibre, para que pudiera cargarla sin problemas, 50 balas que esperaba que utilizara bien.
Lykar había querido matar a Mark cuando se enteró lo que había hecho, poniéndose no solo en ridículo a él mismo sino a todo el equipo. Había tratado de arreglarlo mandando a un grupo de novatos con nosotros para enseñarles algo de valor, lo cual me pareció suficiente junto con el regaño que recibió de su mayor. En cambio a mí, me trato con tanta compasión y cuidado que me costó no escupirle en la cara también, negándome así a su insistencia de aplazarlo todo solo para que yo descansara.
- Lo sé, pero nada me preparó para ver tantos protocolos y fallas en su equipo. ¿Sacarnos justo cuando va a ser noche cerrada en un terreno desconocido y dejarnos a la intemperie? Por favor que alguien me mate ya. – dije con la vista fija en los cuerpos pudriéndose hasta que se me revolvió el estómago. Paseé la miraba alrededor pero por mala suerte me encontré con Ferz observando como si quisiera acercarse.
- ¿Qué te hizo? ¿Intento seducirte? – preguntó Xoé al notar como lo miraba de regreso. Me gire a verla, ignorando al muchacho herido que mantenía su distancia de nosotras.
- Es un soplón, y aunque no lo fuera es mejor que se evite más problemas por estar con-migo.
Xoé se vio como si quisiera agregar algo pero cambio de idea, tragando saliva. Se veía un poco nerviosa también por estar tan expuesta.
- ¿Crees que tener un arma mejor haga la diferencia? – preguntó, cambio su peso y el de las pesadas bolsas que cargaba a su otra pierna. Se veía como una jorobada por la cantidad de bolsos en su espalda y el pesado abrigo negro que la mantenía cubierta del frio.
- Sino entonces será otra boca menos que alimentar. – respondió Nick antes que yo lo hiciera, despreciándola con una mueca burlona antes de dirigirse a mí, con una expresión más templada.
- ¿Cómo estás? – preguntó recorriéndome con la miraba de pies a cabeza. Me había vestido de un oscuro verde, evitando todo lo pesado que me hiciera lenta. Solo cargando con lo esencial.
- ¿Cómo me ves? – le respondí de regreso. Mi cara parecía eternamente llena de moretones y magullones, y eso solo era lo que estaba a simple vista. A diferencia de muchos de ellos, si llevaba mascara y guantes.
- Preciosima, el verde es tu color natural. Resalta esa hermosa terquedad que tienes. – di-jo haciendo un ademan con la mano hacia los moretones en mi cara más que al traje que tenía puesto. Me hubiera parecido gracioso – en el fondo si lo hacía.- pero tenía la vista en otra persona ahora.
Había robado mi atención cuando la vi aparecerse con el cabello en una apretada trenza, vistiendo de negro con detalles plateados, armada hasta los dientes pero sin verse sobrecargada.
Era una inspiración para los novatos, también podía verlo en sus ojos.
Xoé me había contado que Scar pertenecía a una Familia de Smooker, que a la vez pertenecía a una división de agentes Sombras, los mejores en su clase en lo que se refería a cuidar a los altos mandos y personas de sumo interés. La política era su estilo de vida, lo que ellos quisieran tener en sus manos lo tenían. Igual que Jack.
- ¿Estas con nosotros? – preguntó Nick, cuando notó que mi atención estaba en otro lado. Tal vez había dicho algo, pero no estaba segura, y se mostró abiertamente irritado por esto.
- Xoé, ¿podrías darnos espacio? –le pedí haciéndole señas que se moviera hacia donde es-taba el resto del equipo. Ella se vio algo contrariada y le frunció el ceño a Nick mientras cedía. Le había asegurado que cuanto ella me escuchara podría asegurar mi promesa, tal vez me veía como una opción de asegurar su estadía aquí y no le hacía gracia separarse de su foco de seguridad.
Dios sabía que me faltaba mucho todavía para soportar su cobardía.
Por otro lado observé a Nick, no como un amigo, no con gratitud, sino como se ve a un potencial peligro.
- ¿Qué es lo que quieres? – mi pregunta pareció golpearlo un poco y me observó directa-mente a los ojos tratando de descifrar a que me refería, pero él sabía de lo que estaba hablando y no le di ayuda alguna en eso.
Sabía que más perdía la paciencia cuanto él dudara por eso le dejé en claro un par de cosas.
-¿Quieres hablar conmigo? ¿Conocer si soy su enemiga o su salvación? Tendrás que ganarte mi confianza, o negociarla, y vale más que esto. – dije sacando de mi bolsillo la navaja que me había regalado y mirándolo con una acida en mi rostro. - Hasta donde sé tú no eres más que otra de las perras de ese bastardo de Lykar, y créeme, no estoy buscando otra manera de que me tenga en sus manos. Así que hagamos algo, no necesitamos ser amigos, y si es tu trabajo supervisarme no estorbes en mi camino.
Ayer totalmente fue la gota de derramo el vaso, la última espiga de buena que fe que le había dado a otros y a mí misma de creer. Me había creado la ilusión de que aquí afuera era mejor de donde había escapado y no resultó tan bien como esperaba.
Le entregué su pequeño regalo observando cómo había herido sus pobres sentimientos. No se me escapaba a la vista la tensión en su mandíbula y sus ojos clavándome dagas. Estaba acostumbrada a eso.
Lo pasé y me encaminé hacia donde se encontraba todos los demás cuando lo escuché decir lo suficiente fuerte para que yo y los demás lo escucharan.
- Fue un gusto hablar contigo. – dijo en un tono mordaz. No necesitaba darme la vuelta para sentir el ardor de su miraba en mí, y no me importó.copy right hot novel pub