DANTE
Me levanté temprano, como siempre cuando tengo un encargo importante, a las cinco de la mañana. De igual manera nunca dormía tanto, estaba acostumbrando a solo dormir cuatro o cinco hora, hasta donde mis pesadillas me lo permitirán.
Abrí la ventana, sentí el frío penetrando en mis pulmones y así me despeje del todo el whisky que bebí esa misma noche anterior.
Desde la muerte de mis padres mis sueños se convirtieron en pesadillas, haciéndome luchar constantemente con mis demonios internos y exteriores que habían asesinado a mis viejos.
Y no solo por eso se habían convertido en pesadillas, sino por la forma como los habían matado. Lo que más me había dejado marcado fue haber presenciado todo y no haber hecho nada por ayudarlos. Era algo que nunca me había perdonado y que cargaba en mi consciencia. Aún después de ocho años no lograba superarlo, ya me había hecho la idea de que así sería para siempre.
Nunca llegué a compartir la cama con una mujer, después de un polvo salvaje las despachaba cuando quedaba satisfecho. Y tampoco había traído a nadie a mi casa y mucho menos a mi alcoba. Si quería coger lo hacía en otro sitió. No quería que se tomaran derechos que no les correspondía.
Ya me había pasado con Tamara, pero logré detenerla en el mismo momento. Le dejé claro que solo era mi compañera de follada. Pero hasta eso se me hacía una relación, solo por un motivo no la despachaba.
Me dolía un poco la cabeza, era por la cruda. Había tenido tiempo que no tomaba tanto, pero últimamente lo estaba haciendo seguido y más cuando quería descargar mi excitación y frustración por no tener a esa chiquilla.
Ahora tenía un propósito y un deseó, tenía nombre. La pequeña bailarina rubia, me traía loco, pero no quería aceptarlo. Estaba deseoso de probar ese abundante cuerpo, no estaría a gusto hasta hacerla mía y dejarle claro que me pertenecía.
Tal vez había jugado sucio, le había dicho a Iván que convenciera a su padre de que hablara con Lillie y le ofreciera dinero con el pretexto de ayudar a su madre. Por supuesto que Edgardo no estaba al tanto de mi jugada sucia sino no hubiera aceptado, pero mi amigo sí lo sabía, y le había hecho prometerme que no dijera nada.
Por algo me llamaban el Diavolo, conmigo no se podía hacer un trato porque eso significaba más que nada hacer un pacto con el Diablo. Y esa chiquilla estaba apunto de firmar con el mismísimo demonio.
Mi deseo y lujuria por esa niña me hacían hacer tantas locuras, aunque yo estaba acostumbrando hacer locuras, pero no por mujeres. El estúpido trío de idiotas me habían dado ideas de cómo poder según hacerla que aceptara, pero todas eran estúpidas como ellos mismos.
Iván había dicho que la secuestrará y la trajera obligada hasta Italia, Leo había dicho que la buscará y la llevara de vuelta al hotel y terminara con lo que había dejado pendiente, ya una vez hecho, según él ya se me iba a quitar la tentación. Y por ultimo él más sensato pero más idiota de los tres, Enzo dijo que le propusiera matrimonio y se la pidiera a su madre, para así poderla traer hasta acá. Era la idea más absurda y descabellada. En el fondo sabía que podía funcionar pero yo prefería hacerlo mejor ha mi manera. Apostando con engaños.
Una vez acepté mi juego ya la tendría comiendo de mi mano y cualquier rato podría sacar mi az bajo la manga. Se que aceptaría porque necesitaba mucho el dinero y a pesar de que es una fiera también era muy ingenua.
Después de hacer mis abdominales y unas flexiones más que acostumbraba hacer al levantarme, me fui a duchar y luego a desayunar algo ligero y rápido como siempre.
Minutos después salgo de casa acompañado solo de Leo y Enzo, Iván seguía en América resolviendo el asunto que le había encargado. Franco y el equipo entrenado capaz para acompañarnos a estas actividades también nos seguían, nosotros íbamos en una camioneta todoterreno y el equipo de seguridad iba en otra parecida.
No quería que se vieran tantas así que decidí que solo fuéramos en dos vehículos, se que no éramos muchos pero si era un equipo muy capaz y preparado para este operativo. Normalmente los mandaba a ellos a este asunto, nunca iba yo sino era tratar con el jefe del cártel o sin mi mano derecha, pero esta vez quise ir porque necesitaba distraerme.
Estaba listo para divertirme un poco, así que nunca podían faltar mis fieles compañeras mis dos preciosas Beretta APX. Estas excepcionales pistolas conseguían cumplir mis caprichos. Cuando enfrentaba a mis enemigos me gustaba dar la cara, ir de frente, que me vieran y verles también las caras, oler su miedo, sentir la angustia, jugar con la fanfarronería de unos pocos y reventar algunos huesos. No hay hijo de puta que se me resista, era la pura verdad.
Hoy era de esos días que enfrentaría a varios tipos y como quería acción me apunté sin pensarlo dos veces.copy right hot novel pub