Registrada en SAFE CREATIVE
Bajo el código: 2011045801413
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©
Natalia Martí estaba muerta. Había caído víctima de un asesinato del cual, por ahora, sólo era culpable Iván el que podía considerarse el enemigo número uno de Fernando Saramago.
¿Muerta por despecho?, ¿había sido un crimen pasional?, o ¿sólo una confusión gracias a la obscuridad del lugar? Fuera lo que fuese, ahora se hallaba recostada en medio de ese lugar donde años atrás su padre había estado debido al accidente que había tenido en la carretera, por lo que los recuerdos de Minerva de Saramago salieron a flote tan sólo al entrar al lugar.
De nuevo se encontraba ahí, en medio de un crimen que no tenía resolución, de un escándalo que envolvía al apellido Saramago sin embargo, ahora tenía que ver con su único hijo, el que se supone debería heredar los bienes de la familia, no los escándalos. Así que, al ver a Fernando parado en medio de la sala lo primero que hizo fue entrar y pegarle una bofetada sobre el rostro que apenas lo movió.
―¡Dónde te encontrabas!― gritó y el eco chocó entre las paredes del lugar ensordeciendo todo.
Fernando se quedó de pie, sin mover ni un miembro de su cuerpo y sin despegar la vista de la de su madre. No tenía respuestas, pero tampoco podía ocultar lo que estaba haciendo, así que se dio la vuelta para caminar unos pasos adelante.
―¡Ves lo que has provocado!― exclamó ― tu esposa está muerta, tu hijo sin madre y lo único que haces es quedarte de pie sin decir ni una palabra.
―¡Y qué quieres que te diga madre!― gritó al fin Fernando―¡dime qué quieres escuchar!, ¿que empiece a echar culpas?, ¿que señale culpables?, ¿qué admita que todo esto tiene que ver por Paula de la O?, ¿eso es lo que buscas?, pues no, no sé, no tengo nada que decir.
La señora Minerva se quedó en silencio, con los puños cerrados para contener el coraje o más bien para poder sobrellevar todos los sentimientos que en ese momento recorrían su cuerpo. Hace años atrás, ella había entrado desesperada porque el amor de su vida había muerto en ese accidente con la madre de Paula de la O y, de nuevo, estaba segura que el mismo apellido tenía que ver algo con la muerte de su nuera.
―Sólo quiero recordarte Fernando que, aunque Natalia haya muerto, tienes un hijo y Paula de la O está fuera de tu alcance. Podrá ser tu amante pero no te casarás con la esposa de un asesino, ¡jamás!, ¿entiendes?, ¡jamás!, por si te está pasando por la cabeza― gritó―¡excepto que tengas algo que ver con esto!
―¡Pero por supuesto que no!― gritó―¿me crees capaz de planear el asesinato de mi propia esposa? ¡Qué tipo de hijo crees que tienes!
―Pues no lo sé Fernando, porque no sé dónde estuviste, porque no sé lo que haces todas las noches cuando te sales sin razón y llegas al amanecer, porque era sabido que tú no amabas a Natalia y ahora yace muerta aquí.
―Pero no soy un asesino madre, jamás planearía el asesinato de mi mujer para quitármela de encima o qué, ¿hay algo que yo deba saber que le haga sospechar de eso? ― preguntó directo y su madre se quedó en silencio― dime mamá, ¿te recordó a algo?, ¿posiblemente algo que me tengas que contar?
―¡Qué demonios estás insinuando tú!
―No lo sé, dímelo tu mamá, porque vienes muy segura a decirme esto, involucrando a Paula de la O como si tuviera algo que ver.
―¡Por qué lo tuvo!
―¡Claro que no!― contestó de inmediato― ¿por qué está tan segura?, o ¿a caso esto le trajo recuerdos de algún tipo de asesinato que usted haya planeado antes?
De pronto la mano de su madre volvió impactarse contra su mejilla y esta vez Fernando se movió de lado llevándose la mano al labio recién partido que comenzó a sangrar.
―¡Cállate!, ¡no voy a permitir que me hables así!― gritó― mejor ocúpate de tus asuntos y ve pensando como le dirás a tu hijo que su madre ha muerto, porque créeme Fernando, no es una noticia que se pueda dar fácilmente.
Minerva se quitó las lágrimas de las mejillas y se dio la vuelta para salir de ese horrible lugar al que pensó jamás regresaría. Se subió a la camioneta y se quedó con las manos apretando el volante con fuerza, con los ojos cerrados y deseando que todo esto fuera una pesadilla, porque eso era, una pesadilla que no debía terminar así.
[…]
El cuerpo de Natalia Martí, fue liberado con los primeros rayos del sol y llevado a casa de los Saramago donde ya lo esperaban con la sala despejada y un cambio de ropa para poder ser velado como debía ser. Fernando llegó junto con ella, con el rostro desencajado y las ropas llenas de sangre que no sabía cómo las iban a quitar. Después de dar indicaciones y de enterarse de que sus suegros venían desde Barcelona para poder velarlo aquí y después llevarse las cenizas.copy right hot novel pub