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Los siguientes diarios que leyeron, solo hablaba con detalles de otras situaciones de la casa, hablaba de la relación que tenía con Fernando, y de como no le importaba que ella se quedara sola, aunque eso le servía para verse con su amante.
Sin embargo, sí decía cuando planeaban escapar. Sería dos días después del cumpleaños número uno de su hijo, cuando ella pudiese sacar el dinero el lunes y el martes escaparse por la mañana con dirección al sur, a otro lugar más cálido donde no hiciese con calor del infierno.
Paula y Fernando se sintieron identificados con lo que ella relataba y un poco tontos al saber que ella haría lo que Fernando estaba evitando desde hace mucho, el escaparse e irse lejos sin decir nada. Ella, se iba ir sin importarle su hijo, su reputación o lo que sus padres le dijesen y eso era de admirarse.
―Esto no dice nada ― comentó Iván mientras terminaba el cuaderno.
―Ni este, ya no dice nada del secreto o de la forma en que tu madre lo hizo. Al parecer, esta un secreto que se quería llevar a la tumba.
―O tal vez falta otro cuaderno y posiblemente mi madre lo vio y se deshizo de ese― finalizó Fernando.
Aitor se quedó en silencio mientras en su mente recordaba lo que había visto en cada caja pero, no había señal de que hubiese algo más― no podemos desmotivarnos, debemos estar cerca― dijo.
Paula lo vió ― si sabes que esto que estamos buscando, no tiene nada que ver con Natalia, ¿cierto?, su caso ya se cerró al encontrar al culpable.
―Lo sé, pero, son mis amigos, ¿no?, y si ya estamos en esto, ¿por qué no continuar? ― respondió el agente.
―Gracias― le agradeció Paula.
La puerta de la habitación se abrió la instante y la figura de Hortensia se apareció junto con Eugenia y el pequeño Saramago en sus brazos. El niño, tan solo ver a su padre, estiró los brazos para irse con él Fernando lo tomó y de inmediato le dio un beso.
―Hola pequeño, aun vienes en pijama― comentó en tono tierno.
―Lo siento joven, pero, Eugenia me dijo que era urgente y como me pidió que no me separara de él pues… aquí estamos.
―No te preocupes. Eugenia, ¿crees que puedas cuidarlo por un momento? ― le pidió Fernando.
―¡Claro que si!, venga pequeña Saramago, que vamos a ir a desayunar rico.
El bebé se fue inmediatamente a sus brazos y momentos después, ambos salieron de la habitación dejando a Hortensia con ellos. La mujer, vio a su alrededor y se percató de los cuaderno que había sobre el suelo.
―¿En qué puedo ayudar? ― preguntó.
Fernando la tomó de la mano y le pidió que se sentara en la silla del tocador. Los demás se acercaron a su alrededor y esperaron a que él hablaba. Sin embargo, Hortensia a ver a todos alrededor supo para lo que estaba ahí y que ya no era momento de callar.
―Hortensia, quiero que seas honesta conmigo, ¿de casualidad sabes algo sobre la otra versión de cómo murió mi padre? ―inquirió Fernando.
Hortensia suspiró ― sabía que me preguntaría eso, tenía el presentimiento que para eso me llamaban.copy right hot novel pub