― ¡N! ―gritaron detrás de mí, justo cuando me disponía a regresar a mi habitación.
Puse mis ojos en blanco y bufé, sabía a quien tenía detrás de mí sin llegar a voltear. Me balanceé sobre mis tobillos antes de voltear y enfrentarlo, no tenía idea de que era lo que me esperaba ahora viniendo de él.
―Edrei ―mencioné al mismo tiempo en el que él tomaba posición frente a mí y rebuscaba algo en su mochila.
―Tengo algo para t i―comentó al mismo tiempo en el que lo extendía hacia mí, sin miedo a parecer grosera retrocedí un paso, rechazándolo.
―No quiero ser una mal agradecida ni nada por el estilo, pero no puedo aceptarlo―le dije.
―Vamos, ni siquiera has visto lo que es ―insistió con una sonrisa―. Ya sé N, ya sé que no te intereso en lo absoluto, pero igual quiero que lo tengas, podemos ser amigos, ¿no?
―Si claro, pero…
―Tómalo ―interrumpió, prácticamente obligándome a tomarlo―. Míralo al menos, si no te gusta lo devolveré.
Exhalé con resignación, bueno, lo vería.
Así que tomé la caja de cartón corrugado y le quité la tapa, con mis uñas tomé la cadenilla y empecé a jalarla por completo.
Parecía de oro, antiguo, se notaba lo viejo en él, pero el dije fue lo mas incierto.
Fruncí el ceño sin entenderlo realmente, no era bonito, parecía incompleto, como si algo faltara en él.
―Espera, te explico. ―Edrei lo tomó de mi mano―. Creo que era una especie de camafeo, ya sabes, esos en los que pones la foto de alguien. Pero cuando lo vi tuve una vaga idea inmediata, de ese tipo que imaginas algo a la velocidad del rayo, pensé en tu extraño rubí, que quizá podrías ponerlo aquí. ―Abrió el pequeño compartimiento, dejando un hueco, separando las dos piezas, entonces lo entendí.
―Puede funcionar ―admití curiosa.
―En lugar de tener esa cosa escondida debajo de tu cama podrías llevarla contigo a todas partes, digo, es bonita, luciría muy bien en ti. Así podrías vigilar, no esperar que alguien se meta a tu habitación hurtadillas y lo robe. Que te aseguro sucederá, suele robarse muchas cosas. No eres la única que consigue meterse por las ventanas a la mitad de la noche.
―Vaya, no me des ánimos ni confianza ―expresé con sarcasmo.
―Lo vi en una tienda de antigüedades, no podía dejar de pensar en que tenía que conseguirlo para ti ―aseguró y yo le miré de manera monótona.
Ahí estaba de nuevo, ese pequeño problema.
―No lo aceptaré si significa algo para ti ―le dije directamente.
―Por favor, quédate con él ―insistió.
― ¿Qué quieres a cambio? ―pregunté, lo miré con una ceja en alto y los brazos cruzados.
Sacaría algo de esto, no me quedaban dudas. Puede que ya no tuviera poderes psíquicos, pero aun entendía muchas cosas.
―Ven conmigo al baile de bienvenida ―respondió.
Quedaría como una pequeña perra un segundos después cuando me reí de manera cruel en su cara. Me carcajeé hasta que mis pulmones ardieron, pero él no se marchó ante semejante demostración de egocentrismo.copy right hot novel pub