Luis Francisco, despertó antes de que despuntara el alba, abrió los ojos sintiéndose agitado y confundido. Últimamente dormía muy poco, el estrés y el dolor estaban acabando con él, la falta de sueño comenzaba a pasarle factura a su cuerpo, las ojeras comenzaban a opacar sus hermosos ojos verdes, y su corazón solo latía porque sabía que tenía un compromiso con Lisa, ella representaba lo que más amaba en este mundo. Sabía que las cosas entre ellos no iban nada bien, sabía que intentaban disfrazar las penas por las que atravesaba su matrimonio y lo cierto era que, el miedo a perderla lo estaba consumiendo. Decidió que tomar una ducha le ayudaría a despejar sus ideas. Quizás fuese muy temprano, pero poco le importaba. Necesitaba una ducha y la necesitaba en ese preciso instante.
Nada más llegar al cuarto de baño, se quedó observando a la nada, sintiendo que la tristeza se apoderaba nuevamente de él. ¡Necesitaba a su hijo!, jamás podría acostumbrarse al hecho de haberlo perdido. Hizo lo que tantas veces hacía; abrió la regadera, con la finalidad de que esta ocultara sus sollozos y gemidos de dolor, mientras que se deslizó por el suelo, aferrándose con fuerza al borde de la bañera, mientras lloraba amargamente el no tener a su único y amado hijo.
Últimamente estaba sufriendo cambios de humor, ataques repentinos de ira, no se reconocía ni él mismo, pero sentía que de alguna manera tenía que deshacerse del dolor que lo estaba consumiendo.
Lisa, se despertó un poco sobresaltada, debido a la pesadilla que la estaba atormentando, continuamente soñaba con Fede en el ataúd y eso le robaba la paz. Se extrañó de que el lado de Luis Francisco, estuviese vacío. El agua que corría en la ducha le hizo comprender que él se bañaba. Bien, le daría una sorpresa matutina, dejó caer su bata de seda al suelo y se despojó de su ropa interior, luego entró al cuarto de baño, pero lo que encontró le sorprendió realmente. Luis Francisco estaba vestido, sollozando y gimiendo aferrado a la bañera, mientras que la regadera dejaba fluir el agua.
-Cariño. . . – le dijo sorprendida de verle en ese estado. Luis Francisco, era un pilar, él nunca se derrumbaba, nunca se mostraba frágil y a punto de desmoronarse es por eso que aquella faceta la descorazonó en gran manera.
-Lisa. . . – le dijo sorprendido, la miró y luego ocultó su mirada de ella- dame un minuto. . .yo. . . ya salgo.
-Mi amor, es solo que. . .yo pensé que. . . ¿puedo ayudarte?- le preguntó con un gran nudo en su garganta.
-No. . .nadie puede ayudarme, Lisa. Déjame solo.
-P. . . Pero, Luis. . . yo quiero.
-¡DÉJAME SOLO!- gritó con un sollozo. Aquello llegó a sorprenderla mucho más. Su esposo nunca le había hablado de aquella manera, él nunca, nunca había elevado su tono de voz. Lisa, se llevó una mano al pecho, dio media vuelta y salió de la habitación con las lágrimas nublándole la vista.
Los próximos días nada mejoró, Luis Francisco pareció andar de mal humor todo el tiempo, bebía abiertamente, llegaba tarde a casa y cuándo estaba temprano, se encerraba a beber en su despacho por horas.
Lisa, también había comenzado a beber y a dejarse consumir por la depresión.copy right hot novel pub