Se sentía extraña, nunca otro hombre la había tocado de esa manera, nunca había sentido tanto deseo por alguien que no fuese Luis. Nunca, nunca hubiese imaginado sentirse así. Llegaron de nuevo a la entrada de la pequeña cueva, donde estaban sus cosas.
Manuel, la miró sonriéndole y le retiró el mojado cabello de la cara antes de abrazarla con fuerza. Lisa, cerró los ojos y se permitió sentirse protegida por aquellos brazos que la rodaban. De pronto esos ávidos dedos se hicieron del boche de su sujetador y con destreza lo soltaron, dejando sus senos libres, arrojó el sujetador al suelo.
Manuel observó sus orgullosos senos y luego la miró a la cara, ella estaba ruborizada y agitada. Acercó sus temblorosas manos a aquellos perfectos montes y los oprimió, dándole delicados masajes. Lisa, sin poder evitarlo, suspiró y se mordió el labio inferior. Manuel, le besó en la boca, los parpados, la nariz, el cuello, el lóbulo de la oreja, el hombro, la clavícula, llevándose con sus besos largos suspiros. Lisa, se arqueó un poco y Manuel lo entendió como una invitación, ya que a los segundos ella pudo sentir como la húmeda boca se cerraba sobre su duro pezón. Gritó de placer y sorpresa, sus ojos se abrieron y enredó sus dedos en el oscuro y espeso cabello, mientras él la torturaba con aquellas caricias.
Una gran y masculina mano, descendió por su abdomen, pasó sobre su vientre hasta llegar al elástico de las bragas, sin temor alguno, aquella atrevida mano se deslizó dentro de su ropa interior, sus curiosos dedos la separaron y Lisa gritó de puro placer cuando aquellos dedos le frotaron aquel sensible e hinchado punto a la vez que la boca succionaba con fuerza. Se aferró a los hombros de él buscando equilibrio, pues estaba segura que terminaría cayendo en cualquier momento. Las caricias siguieron hasta llevarla a un punto de enloquecimiento y el naciente grito en su pecho se abrió paso a través de su garganta y escapó de su boca sin poder ser reprimido.
Su cuerpo temblaba y se estremecía. No puso objeción cuando él la recostó sobre la arena y se deshizo de sus bragas. Besó sus muslos, mientras se perdía en su lugar secreto. Lisa, arqueó la espalda, al sentir que su aún sensible cuerpo, que hacia poco había sido arrastrado por un orgasmo, era acariciado y torturado de nuevo. Sus manos se hundieron en la arena, mientras los gritos inundaban la cueva. Estaba al borde del nuevo orgasmo cuando él se detuvo y ella gimió, pero esta vez de frustración. Después de unos minutos sin sentir nada, elevó la cabeza y lo observó de rodillas entre sus piernas, completamente desnudo. Sin poder evitarlo se mordió el labio inferior cuando él se acomodó entre sus piernas.
La imagen de Luis Francisco, vino a su mente, sus hermosos ojos llenos de nostalgia, dolor y decepción. Estuvo por pedirle que se detuviera en el justo momento en el que lo sintió deslizarse dentro de ella con una firme embestida.copy right hot novel pub