Después de buscar y tomar las pastillas, se fue a la habitación de su hijo, al entrar la nostalgia lo golpeó, vio la foto que reposaba sobre la mesa de noche y la tomó entre sus manos.
-La vida se me desmoronó desde que te perdí- suspiró y se sentó al borde de la cama- pude haber escogido otra habitación pero, necesitaba sentirte cerca, hijo mío. Me haces tanta falta, mi amor- suspiró acostándose en la cama mientras abrazaba el retrato de su hijo- perderte a ti casi me mata, y ahora perder a tu madre acabaría completamente conmigo. ¿Qué debo hacer, hijo? ¿Qué debo hacer?
Se abrazó a la foto con más fuerza y cerró los ojos, dejándose arrastrar por un profundo sueño.
Lisa, se quedó en su habitación entregada a las lágrimas, ¿lo había perdido?, ¿de verdad lo había perdido?
Su teléfono sonó incesantemente por las próximas dos horas.
Era Manuel.
Pero lo cierto es que no tenía para nada ánimos de hablar con él.
Eran algunos de los muchos mensajes que llegaban a su celular, sin contar las incesantes llamadas.
Veinticinco llamadas pérdidas. Aquello parecía una locura.
Ya no soportaba más, así que tomó el celular y deslizó el dedo en la pantalla, aceptando así la llamada.
-¡Al fin atiendes, preciosa!
-Hola- dijo sencillamente.
-Sé que estás enfadada, mi amor prometo que no vuelvo a decir tonterías como esas. Ven a verme, por favor.
-No puedo, hoy no puedo.
-¿Qué sucede?, ¿estás llorando?
-Tengo un problema en casa, necesito solucionarlo, yo te busco cuando pueda.
-Nada de eso preciosa, permíteme estar contigo para apoyarte. ¿Qué hizo el idiota de tu marido?
-Mi marido no es un idiota- dijo rápidamente y luego suspiró- la idiota soy yo.
-Ahora si estoy realmente preocupado.
-No ocurre nada del otro mundo, solo necesito tiempo Manuel. Yo te busco.
-¿Quiere decir eso que no te llame?
-Exacto, yo te busco.
-Te amo, Lisa.
-Lo sé- le dijo en medio de un sollozo. -¿Qué ocurre?
-Ya lo sabe, Luis Francisco sabe que tengo un amante- hubo silencio.
-No me esperaba eso pero, debía enterarse en cualquier momento. Ven a casa.
-No Manuel, tengo que solucionar esto.
-La solución es fácil, amor mío, toma tus cosas y ven a casa.
-¡Estoy en casa!- dijo frustrada y hubo silencio.
-De acuerdo- su tono de voz había cambiado completamente- veo que tienes un humor terrible. Llámame, te estaré esperando.
Después de arrojar el teléfono sobre la cama, se quedó pensando unos minutos, debía hacer algo, debía hacer cualquier cosa por solucionar aquello. Debía poner todo en una balanza y definir a quién quería más, no podía seguirlos lastimando. Quizás la decisión correcta fuese alejarse de ambos.
Se puso en pie y salió de la habitación, en dirección a la recamara de su hijo. Entró sigilosamente y lo encontró sobre la mullida cama, completamente dormido y abrazado a un portarretratos, que según imaginó, era de Federico. Caminó hasta el sofá que estaba cerca de la cama y se sentó suspirando, al girar el rostro hacia la mesa se encontró con una fotografía. Luis Francisco, abrazándola con una enorme sonrisa en el rostro, ella sentada sobre la verde grama, abrazando a un sonriente Fede. Eso es lo que eran; una familia feliz.
Deslizó los dedos sobre el vidrio del portarretrato y sonrió con ternura. ¡Cuánto extrañaba esos momentos!, cuando la casa estaba llena de risas y de una infinita felicidad, daría cualquier cosa por regresar a esos días, lo que fuese.
Dejó la fotografía a un lado y observó en sereno rostro de su esposo. ¡Lo amaba! No tenía dudas sobre eso, pero amaba a Manuel, amaba sus manos, verlo dormir, brindándole lo mejor de él.copy right hot novel pub