Beso nuevamente sus labios con ferocidad.
El sudor cubría a ambos cuerpos desnudos, la pasión los atacaba con brusquedad.
El deseo.
La lujuria.
El poder.
No había amor de por medio.
Los movimientos se tornaron fuertes, la mujer gemía, y Leopoldo cerraba sus ojos imaginando a su Minesa.
Ambos, cuerpo a cuerpo, desnudos, en una noche de pasión.
Amándose locamente.
Besaría su cuerpo suavemente, probaría sus labios y la escucharía gemir.
De solo pensarlo la excitación aumentaba.
Leopoldo sintió llegar al clímax y soltó un fuerte gemido.
Cayo dormido poco después y siguió pensado en ella.
Su cuerpo.
Sus labios.
Su aroma.
Todo.
La quería.
Y pronto.
(…)
-Imposible – murmuro Amelia
-Dile – susurro Yanet quien miraba desde el balcón la fría y tenebrosa noche – tarde o temprano Leopoldo sabrá la noticia y posiblemente te asesine.
Aquella tarde justo cuando el sol se iba ocultando, llego un hombre cubierto de sudor, cansado y respirando pesadamente.
Llamo a Amelia y le pidió unas monedas a cambio de una noticia que rondaba por el reino.
Esta acepto pues las ganas de saber de qué se trataba la consumían por completo.
Le entrego 3 monedas de oro y este comento.
-Corre la noticia que la reina Minesa está embarazada y el rey personalmente ha pedido a todo el personal que sea secreto el embarazo.
Cuando escucho esas palabras sintió su miedo crecer más y más.
¿Qué haría Leopoldo al saber la trágica noticia?
Y Amelia lo sabía muy bien.
Leopoldo se volvería loco y mataría a cualquiera.copy right hot novel pub