Observó con detenimiento su rostro, sus facciones mostraban cansancio, grandes ojeras adornaban sus ojos, la palidez consumía su rostro.
Se pasaba sus días encerrado en su alcoba, bebiendo alcohol o simplemente perdiéndose en sus recuerdos.
Y ella sabía muy bien cuales eran.
Los recuerdos con Beatriz.
Pero sabía muy bien que él no merecía sufrir tanto, no merecía ser el títere de su propia madre.
Él debía ser libre y feliz, siguiendo su propio camino.
Pronto a su mente vino la imagen de Orión, una sonrisa melancólica se formó en sus labios y la tristeza abarcó sus pensamientos.
Se sentía sola.
Y odiada por todos.
Yanet sintió una punzada en su pecho, últimamente perdía cada vez más el control de su cuerpo y Junior, él se alejaba de ella.
Algo tan extraño.
Y sospechoso.
Desde que Minesa vino a recoger a Aleckey las cosas cambiaron, tuvieron que abandonar la cabaña y esconderse por la debilidad de Leopoldo quien no pronunciaba ninguna palabra.
Se alejaba de todos.
Sufría.
Solo.
Condenado.
Abandonado.
En la oscuridad.
Yanet se alejó en silencio de la alcoba, en sus manos llevaba una carta y su destinatario era Minesa.
-Señora Yanet - susurró un guardia
-Apresura, ve y entrega esta carta personalmente a la reina Minesa - este asintió - no digas ninguna palabra sobre esto, ve rápido
Y él partió rumbo al castillo.
Soltó un gran suspiro y rogó que aquella carta llegué bien a su destino.
Sintió la extraña sensación de ser observaba, busco disimuladamente, pero fue en vano, solo encontró la total soledad.
Camino por los pasillos de la casa, aquella que los mantenía protegidos hasta que...
Eso se preguntaba ¿Cuándo acabará todo? ¿Cuándo dejaré de estar escondida?
-¿Una carta para Minesa? ¿Nos vas a traicionar? - escuchó la voz ronca de Leopoldo, giró sobre sus talones y frente a ella la figura demacrada de Leopoldo mostraba su lado débil.copy right hot novel pub