-Ellos ya saben que estamos aquí - susurró Leopoldo, Yanet seguía con la mirada perdida. Con una gran confusión - Yanet - el llamado de Leopoldo provocó que ella saliera de su trance
Yanet carraspeó.
-Dime - susurró Yanet, este sonrió
-Andas perdida, ¿En qué piensas Yanet? - pregunto Leopoldo
-Es que siento algo muy extraño, ella no ha tomado mi cuerpo, no escucho su voz - Leopoldo arqueo la ceja, Yanet observó a Leopoldo y supo que él todavía no le creía - aunque no me creas ella si está viva, toma mi cuerpo cada vez que quiere, ella es tu madre
Leopoldo se llevó una mano a su cabeza y la masajeó suavemente.
-Yanet, ya no insistas con ese tema - susurró Leopoldo
-Voy a seguir insistiendo ya que ella te controla, te lleva a la oscuridad. Debes dejar de seguir sus planes y hacer tu vida, enamorarte. Se feliz Leopoldo, nadie tiene que manipularte - tomo entre sus manos la mano izquierda de Leopoldo y la acarició suavemente - yo no quiero que te pase nada, no deseo eso Leopoldo. Por favor ya no sigas con esto, ya no - unas cuantas lágrimas bajaron por la mejilla de Yanet
Leopoldo observó a Yanet sollozar, sitio su corazón palpitarle fuertemente. Sus ojos se llenaron de lágrimas.
Ambos se encontraban en la tienda de Leopoldo sentados frente a frente en la mesa.
-Te lo prometo - susurró suavemente - ya no llores
Ella asintió limpiando sus lágrimas, luego observó a Leopoldo y le dio una cálida sonrisa.
Él también sonrió.
-Sabes, me haces recordar a mi Orión. Él era tan tierno que cada vez que yo lloraba me acurrucaba entre sus brazos y luego me decía que era la madre más hermosa de todo el mundo - en su mente la imagen de Orión fue un sentimiento de dolor profundo - y ahora está muerto, ella lo mato - sollozo con todo su odio
-Ella lo mato - repitió Leopoldo
-Sí - soltó un suspiro y luego se puso de pie, camino lentamente mientras susurraba - ahora estoy sola - paro en medio de la tienda
-Y ¿Junior? - pregunto Leopoldo
-No quiero lastimarlo - susurró mientras se acercaba a Leopoldo
-Él te ama - se puso de pie Leopoldo
-Y yo a él, pero ya es suficiente con todo lo que ha sufrido por culpa mía - su corazón le dolía
-Yanet - se acercó a ella - no estás sola, tienes a Junior quien te ama y... - la abrazó, ella sintió la calidez en aquel abrazo - también me tienes a mí
Ella se permitió sollozar en los brazos de Leopoldo, fue así como la noche cayó. Ambos reían mientras cenaban, el recordaba su niñez y ella le mostraba una calidez completa.
Leopoldo se sintió feliz, había olvidado todo y aunque lo negará una parte de sí mismo creía en las palabras de Yanet y otra se negaba a aquello.
La mañana llegó, Leopoldo se levantó muy temprano y salió a tomar un poco de aire.
Miraba el reino, recordaba cuando escapaba de los guardias hacia el bosque y arrancaba flores. Luego volvía a casa y le entregaba a su madre las flores con una sonrisa inocente.copy right hot novel pub