Su respiración era suave y tranquila, sus labios permanecían secos.
Yanet acariciaba suavemente el rostro de Leopoldo, la tarde había llegado, el sol poco a poco se ocultaba.
Sintió sus mejillas calentarse al recordar aquel besó.
Cómo lo amaba.
Debía ser fuerte por él, por la memoria de su hijo y por Leopoldo.
Aquel ser encerrado en un mundo de odio y traición.
Soltó un suspiro pesado, sentía su cabeza dolerle mucho. Cerró sus ojos tratando de olvidar el dolor, pero no pasaba.
Se acomodó mejor en la cama, la respiración de Leopoldo era calmada.
-Despierta - susurró suavemente - por favor Leopoldo, me angustia ver tu rostro tan apagado. Despierta
Suavemente susurró.
Siguió acariciando el rostro de Leopoldo, el cariño que le había tomado a él era inmenso. Le dolía verlo sufrir, ella daría todo por acabar de una vez con aquella pared que impide la felicidad de aquellos que quiere.
Habría dado todo por tener a su hijo vivo.
Por verlo sonreír.
Por darle un abrazo.
Meses atrás su único objetivo era vengar a su hijo, pero ahora quería alejarse de la venganza.
Sabía que Beatriz pagaría por todo.
Y aunque a Leopoldo le doliera aquello solo deseaba verlo vivir en paz.
-Veo que aún sigue durmiendo - giró su rostro sorpresivamente, en la puerta hacia Minesa quien sonreía dulcemente, portaba un vestido lila. Un vestido humilde y cálido. Su cabello estaba trenzado a un lado y sobre él una pequeña corona relucía
-Lamentablemente sí - dejó de observar a Minesa para seguir acariciando a Leopoldo
-Gracias por cuidarlo - susurró suavemente, se acercó a ella lentamente
-No es nada Minesa, solo hago mi trabajo. Se lo debo - Minesa posó una mano en el hombro de Yanet
-Sé que aún tenemos que luchar contra Beatriz, yo quiero que sepas que tienes el apoyo de todos en el reino - Yanet sonrió melancólicamente - te creemos
Yanet asintió.copy right hot novel pub