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VENDIDA (COMPLETA)

67. | MANTENER LA CALMA

NARRAS TÚ.

Asustada.

Pronto podrás bajarte, mantén la calma...

Nerviosa.

Todo estará bien, estarás bien...

Así estaba justo ahora.

Para nadie es un secreto que desde niña siempre le he tenido miedo a las alturas, por lo que, siempre he evitado a subir en lugares altos, como en la rueda de la fortuna cuando iba a parques de diversiones, en puentes o dónde me encuentro ahora, en un avión a muchos metros de distancia de la tierra.

Estaba sentada en uno de los puestos del medio, a mi lado estaba mi mejor amigo, quién revisaba de vez en cuando su celular o miraba a través de la pequeña ventana del avión. Jimena, por otra parte, estaba sentada frente a mí con sus auriculares puesto tarareando una que otra canción. Ambos sin una pizca de temor en sus rostros.

A excepción de mí, que con solo ver mi rostro sabían que moría de miedo. Mí cuerpo estaba tembloroso, tenía los ojos cerrados desde que el avión despegó y sujetaba con fuerza la mano de mi mejor amigo que entrelazó con la mía sobre mi regazo, pensando en las mil maneras en las que podía morir estando a bordo de un avión.

Hasta pensé en la posibilidad de que todos los que estábamos a bordo termináramos como en un película que ví con mi padre hace años, donde los pasajeros de un vuelo terminaron en Los Andes debido a que el avión se estrelló y con el transcurso del tiempo nadie los rescataba, la poca comida se acabo y terminaron comiéndose a los que habían muerto...

Joel: Raquel — Su voz suave, tranquilizadora hizo que saliera de mis pensamientos. — ¿Estás bien?

Asentí con la cabeza, sin abrir mis ojos.

Joel: De acuerdo — Escuché como suspiro. — Sólo trata de mantener la calma un poco más, en una hora aterrizamos.

— Está bien.

***

Una hora después, ya habíamos aterrizamos sanos y a salvó afortunadamente.

Cuando nos indicaron que bajáramos salí sin esperar a ninguno de mis amigos, solo quería salir de ahí. Casi besaba el suelo cuando lo pise. Espere por ellos y con el resto de los pasajeros entramos al aeropuerto de Los Ángeles, California; buscamos nuestro equipaje y para nuestra suerte no hubo problemas con eso, después salimos del lugar.

Un automóvil nos esperaba afuera, el conductor nos dió la bienvenida con una sonrisa y guardo nuestro equipaje en el maletero del auto al mismo tiempo que nosotros nos subimos al coche.

En cuestión de minutos llegamos al resort donde nos quedaríamos durante tres o cuatro días. Nos bajamos del automóvil y él conductor bajo nuestras maletas al mismo tiempo que un empleado del lugar se nos acercó.

Nos dió los buenos días, tomo nuestras maletas y caminó mientras nosotros los seguíamos hasta entrar al lugar.copy right hot novel pub

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