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¡Vuelve conmigo,mi cariño!

Capítulo 128: Un gran regalo

Cynthia tomó una toallita húmeda y se la entregó.

Alain no respondió, se limitó a mirarla débilmente.

Su hija lo había dejado así, ¿no iba a mostrar de su parte?

Cynthia entendió el significado de su mirada, pero cuando extendió la mano para limpiarle la cara, Alessia tiró de su ropa.

—Mamá, dame, yo limpiaré a papá.

Alain se quedó sin habla.

Cynthia miró a su hija que estaba suplicando con sus pequeños ojos llenos de anhelo.

Alessia agarró su ropa y actuó como un bebé.

—Mamá, dame, déjame limpiar a papá, ¿vale?

Cynthia no pudo negarse, justo cuando estaba a punto de pasarle la toallita húmeda a su hija, Alain la tomó y se limpio la cara.

Cynthia no supo qué decir por un instante.

Luego dijo resentida:

—Mi hija no es un demonio.

—Es algo parecido.

Alain se limpió la cara y le entregó la toallita húmeda a Cynthia.

—Me voy.

Alessia estaba frunciendo el ceño pensando de qué estaban hablando. No consiguió entender lo que habían dicho hasta cuando la puerta se cerró, así que miró a Cynthia.

—Mamá, ¿quién es el demonio?

—Nadie, vamos a comer.

Cynthia la abrazó de nuevo en la silla.

—Sé buena chica y obedece a tu abuela.

Alessia miró hacia la puerta cerrada y se preguntó cuándo volvería su papá.

Estaba distraída mientras Isabel le daba la comida.

Alain había quitado toda su atención.

Cynthia miró la pinta de su hija y suspiró profundamente. Se preguntó lo que debería hacer con la niña.

Por el momento, no podía llevarse a Alessia inmediatamente para evitar que tuviera trato con Alain. Porque la seguridad de los niños era lo más importante. De modo que solo podía actuar conforme surgieran las cosas.

Cynthia llevó la comida a su hijo. Sostuvo la bandeja en una mano y empujó la puerta de la habitación con la otra. Álex estaba de pie junto a la ventana, subiendo las cortinas para mirar a Alain que se marchaba en coche en la entrada.

—¿Qué estás mirando?

Cynthia entró.

Álex rápidamente bajó la cortina y negó con la cabeza.

—Nada, solo me aburría en la habitación y estaba echando un vistazo afuera.

—Sal cuando quieras. Tu cara ya no está tan hinchada, nadie lo notará.

Mientras dejaba la comida en la mesa, Álex se acercó y se subió a la silla para sentarse.

—No, estoy demasiado feo, no puedo dejar que la gente me vea.

Álex no tenía mucha edad, pero sentía la necesidad de quedar bien delante de la gente.

Cynthia le puso la leche delante.

—¿Qué quieres comer? Mañana te lo prepararé.

Álex negó con la cabeza y bajó la mirada. Estaba comiendo sin ganas, lucía un poco deprimido.copy right hot novel pub

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