—¡Yadira Jiménez! —Delfino la llamó por su nombre de forma amenazante.
Era como si fuera a hacer algo si Yadira seguía hablándole así.
Yadira estaba muy impaciente ahora y no quería saber en qué estaba pensando Delfino, ni tampoco quería averiguar por qué se había acercado a ella de repente y seguía preguntando sobre lo que había pasado anoche.
Sospechaba que Delfino había estado con Ximena por alguna razón inexcutrable, pero las acciones de Delfino hicieron que sea difícil creerlo.
Yadira siempre le había sido fiel, aunque tuviera que soportar la indiferencia de él, pero todo cambió cuando Delfino la había hecho ir al restaurante. Después de lo que había pasado en allí, el amor de Yadira por Delfino finalmente comenzó a desvanecerse.
Pero ahora, Delfino le había bloqueado el paso y no dejaba de preguntarle por la noche anterior.
Al pensar en esto, Yadira sonó aún más tranquila:
—¿Qué tiene que ver con usted, señor Delfino? Solo soy una persona irrelevante, ¿por qué se preocupa por mí?
Recordó todo lo que había dicho Delfino.
Ese día éste dijo que ella era una persona irrelevante para él. En ese sentido, sus asuntos también eran irrelevantes para él.
Delfino seguía manteniendo la postura, pero el ascenso y descenso de su pecho mostraba los cambios de su estado de ánimo.
Sin embargo, se limitó a decir:
—Tienes una boquita muy audaz.
No sonaba tan frío como de costumbre, sino algo mimoso.
Yadira pareció sentirse estimulada por su tono y comenzó a forcejear violentamente.
—¡Suélteme! —Su voz temblaba y era extremadamente indolente, no tan tranquila como antes.
Sin embargo, Delfino continuó con el interrogatorio:
—Responde a mi pregunta y te dejaré ir.
Yadira estaba completamente enfurecida por él, pero no podía escapar por mucho que se esforzara. Logró zafar la mano, pero Delfino volvió a agarrarla.
La impotencia y el pánico surgieron en su corazón. Yadira hizo todo lo posible por calmarse, pero no pudo. Así que gritó histéricamente:
—¡Delfino, ya hemos roto! ¡¿Qué quieres de mí?!
Se dio cuenta de que Delfino se puso rígido por un momento, pero continuó de todos modos.
—Jacobo me humilló delante de ti, pero no te importó en absoluto. Cuando detuvo su coche a mitad de camino y me dejó indefensa, tú abrazabas a Ximena. Cuando el Grupo Dominguez se incendió, me dejaste atrás. Y para complacer a Ximena, me mentiste y me hiciste ir al restaurante...
—¿Y qué haces ahora? ¿Crees que puedes hacerme algo solo porque no puedo resistirme a ti?
Yadira se echó a reír de repente. Luego, se burló y dijo:
—¡Delfino, eres un bastardo sin corazón!
Estaban cerca, pero les resultaba difícil ver con claridad las expresiones del otro.
La mala luz provocaba una visión limitada, que solo hacía que sus otros sentidos fueran más agudos que los de costumbre.copy right hot novel pub