Yadira condujo a Miguel sin rumbo fijo:
Al ver que ella no tenía intención de detenerse, Miguel sólo podía prestar atención al restaurante de fuera. Eligió un restaurante a voluntad y le pidió a Yadira que aparcara.
Miguel eligió un restaurante que destacaba por su cocina sureña. La cocina sureña hacía hincapié en los sabores originales de los ingredientes y en el uso del aceite. Era la primera vez que la comía y le pareció que sabía bastante bien.
Yadira se sentó frente a él, cruzando los brazos mientras observaba a Miguel engullir su comida.
Aunque Miguel engullera su comida, seguía teniendo buenos modales en la mesa.
Miguel y Delfino eran del mismo tipo. Tenían buenos antecedentes y llevaban consigo un aura de nobleza innata. Incluso cuando engullían la comida, seguían pareciendo nobles.
Yadira respiró hondo y se giró para mirar por la ventana.
Fuera lloviznaba sin saber cuando. Los transeúntes se marchaban a toda prisa. Algunos llevaban paraguas, mientras que otros corrían bajo la lluvia.
En cuanto a ella, era alguien que no necesitaba paraguas. Cuando llegaba la tormenta, no se podía confiar en el paraguas. De repente, Yadira tuvo el deseo de confesar.
—Cuando era muy joven, era muy encantadora y hermosa. Mis notas eran buenas. Pero para complacer a mi padre y a mi hermana, mi madre me dijo que no estudiara demasiado. No me regalaba faldas bonitas ni horquillas. Me dijo que no robara el protagonismo a mi hermana, o ésta sería infeliz.
—En aquella época, pensaba que mientras hiciera caso a mi madre, ella me querría. Pero cuando crecí, la familia de Delfino le pidió a mi hermana que se casara con Delfino. Mi madre me dejó casarme con los Dominguez en lugar de con mi hermana. En aquella época, se rumoreaba que Delfino estaba lisiado, y esa fue la primera vez que sentí que mi vida era muy amarga.
—Después de mi casamiento con Delfino, pasaron muchas cosas. Delfino y yo también experimentamos muchas cosas, pero al final seguimos juntos. En aquella época, me sentía la mujer más feliz del mundo. Pero al final, me separé de Delfino —cuando Yadira dijo esto, se rió suavemente.
Miguel no había comido desde que Yadira empezó a hablar. La escuchó en silencio.
Miguel frunció ligeramente los labios y dijo:
—He oído hablar del pasado de Delfino. En aquella época, lo que más admiraba mi padre de él era la paciencia de Delfino.
—Delfino es el mejor hombre que he visto nunca —incluso ahora, Yadira seguía sin decir que Delfino no era bueno.copy right hot novel pub